8. El sacerdote tomará de la oblación un puñado de harina de la mejor calidad, con su aceite y con todo el incienso añadido a ella, y lo hará arder sobre el altar como un memorial para el Señor, como una ofrenda de aroma agradable.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina