Talált 73 Eredmények: victoria asegurada

  • Aquí el Señor Dios, que viene con potencia; su brazo lo somete todo. Viene con él el precio de su victoria, y sus trofeos le preceden. (Isaías 40, 10)

  • ¡Derramad, cielos, el rocío, y lluevan las nubes la victoria! Ábrase la tierra y produzca la salvación; brote también la justicia: yo, el Señor, lo he creado. (Isaías 45, 8)

  • Yo le he suscitado para la victoria, y he allanado todos sus caminos; él reconstruirá mi ciudad y repatriará a mis deportados sin precio ni soborno -dice el Señor todopoderoso-. (Isaías 45, 13)

  • Y prosiguió: "Guardaos bien de toda avaricia; que, aunque uno esté en la abundancia, no tiene asegurada la vida con sus riquezas". (Lucas 12, 15)

  • Cuando esto corruptible se vista de incorruptibilidad y esto mortal de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que dice la Escritura: La muerte ha sido destruida por la victoria. (I Corintios 15, 54)

  • ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde, muerte, tu aguijón venenoso? (I Corintios 15, 55)

  • ¡Demos gracias a Dios que nos da esta victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! (I Corintios 15, 57)

  • Que nadie, con simulada humildad o culto de ángeles, os niegue el premio de la victoria, metiéndose en cosas que no ha visto, presumiendo vanamente a la luz de su inteligencia carnal, (Colosenses 2, 18)

  • El atleta no puede conseguir la victoria si no se atiene a las reglas del deporte. (II Timoteo 2, 5)

  • Porque todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. (I Juan 5, 4)

  • Gritaban con voz potente: La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del cordero. (Apocalipsis 7, 10)

  • Oí una voz potente en el cielo, que decía: Ahora ha llegado la victoria, el poder, el reino de nuestro Dios y la soberanía de su mesías, porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche les acusaba ante nuestro Dios. (Apocalipsis 12, 10)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina