Talált 499 Eredmények: tiempo

  • Al cabo de algún tiempo, los amonitas declararon la guerra a Israel, (Jueces 11, 4)

  • Hace trescientos años que Israel vive en Jesbón y en sus ciudades anejas, en Aroar y en sus ciudades anejas y en todas las ciudades de la ribera del Arnón; ¿por qué no las habéis reclamado en todo este tiempo? (Jueces 11, 26)

  • Después de algún tiempo volvió para casarse con ella; se desvió de su camino para ver el cadáver del león, y vio en los huesos del león un enjambre de abejas con miel. (Jueces 14, 8)

  • Algún tiempo después, en los días de la siega del trigo, Sansón fue a ver a su mujer. Le llevaba un cabrito. Y dijo: "Quiero entrar a ver a mi mujer en la alcoba". Pero el suegro no le dejó entrar, (Jueces 15, 1)

  • En aquel tiempo no había rey en Israel; cada cual hacía lo que le parecía mejor. (Jueces 17, 6)

  • En aquel tiempo no había rey en Israel. La tribu de Dan buscaba un territorio donde establecerse, porque hasta entonces no había recibido heredad entre las tribus de Israel. (Jueces 18, 1)

  • Y tuvieron entronizado el ídolo durante todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo. (Jueces 18, 31)

  • En aquel tiempo, cuando no había rey en Israel, un levita que vivía en la montaña de Efraín tomó por concubina a una mujer de Belén de Judá. (Jueces 19, 1)

  • El quinto día se levantó de madrugada para irse, pero el padre de la joven le dijo: "Come algo antes de salir para recobrar las fuerzas". Y así se les pasó el tiempo, hasta declinar el día, comiendo los dos juntos. (Jueces 19, 8)

  • Después consultaron al Señor. En aquel tiempo estaba allí el arca de la alianza del Señor, (Jueces 20, 27)

  • En aquel tiempo no había rey en Israel y cada cual hacía lo que quería. (Jueces 21, 25)

  • El joven Samuel estaba al servicio del Señor con Elí. En aquel tiempo era raro oír la palabra de Dios, y las visiones no eran frecuentes. (I Samuel 3, 1)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina