Talált 40 Eredmények: plaza
y les dijo: "Por favor, señores, venid a casa de vuestro siervo y pasad allí la noche; lavaos los pies, y mañana por la mañana seguiréis vuestro camino". Ellos le respondieron: "No; pasaremos la noche en la plaza". (Génesis 19, 2)
Amontonarás todo el botín en la plaza pública e incendiarás la ciudad con todo su botín como ofrenda en honor del Señor, tu Dios. Quedará convertida en un montón de ruinas, que nunca se reedificará. (Deuteronomio 13, 17)
volvía hacia Ramá y hasta la plaza fuerte de Tiro; pasaba por Josá, y terminaba en el mar; Majaleb, Acziba, (Josué 19, 29)
y se dispusieron a pasar allí la noche. Entraron y se sentaron en la plaza de la ciudad, pero nadie les ofreció su casa para pasar la noche. (Jueces 19, 15)
Vio a aquel viajero en la plaza de la ciudad, y le dijo: "¿De dónde vienes y adónde vas?". (Jueces 19, 17)
El anciano le dijo: "La paz esté contigo; yo te daré todo lo que te haga falta, pero no pases la noche en la plaza". (Jueces 19, 20)
Mandó llamar a los sacerdotes y a los levitas, los reunió en la plaza oriental, y (II Crónicas 29, 4)
Puso jefes militares al frente del pueblo, reunió a todos en la plaza de la puerta de la ciudad y les dirigió a todos esta arenga: (II Crónicas 32, 6)
A los tres días, se reunieron en Jerusalén todos los hombres de Judá y Benjamín. Era el día veinte del mes noveno. Todo el pueblo se situó en la plaza del templo de Dios, temblando por la gravedad del caso y porque llovía copiosamente. (Esdras 10, 9)
A continuación trabajó Uziel, hijo de Jarjayas, del gremio de los orfebres, y después de él Jananías, del gremio de los perfumistas; ellos reconstruyeron Jerusalén hasta la muralla de la plaza. (Nehemías 3, 8)
En el mes séptimo, cuando ya todos los israelitas estaban instalados en sus ciudades, el pueblo entero se congregó como un solo hombre en la plaza de la puerta del Agua y dijo al escriba Esdras que trajese el libro de la ley de Moisés, dada por el Señor a Israel. (Nehemías 8, 1)
La estuvo leyendo en la plaza de la puerta del Agua desde por la mañana temprano hasta el mediodía ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley. (Nehemías 8, 3)