Talált 133 Eredmények: nuestras

  • Porque somos hijos del azar, y tras esto seremos como si no hubiésemos sido. Porque humo es la respiración de nuestras narices, y el pensamiento una centella del latido de nuestro corazón. (Sabiduría 2, 2)

  • Nuestro nombre con el tiempo caerá en el olvido; nadie se acordará de nuestras obras. Como huella de nube pasará nuestra vida; se disipará como niebla perseguida por los rayos del sol, y por su calor abatida. (Sabiduría 2, 4)

  • Acechemos al justo, pues nos fastidia; se opone a nuestras obras, nos echa en cara las infracciones de la ley y nos acusa de traicionar nuestra educación. (Sabiduría 2, 12)

  • En sus manos estamos nosotros y nuestras palabras, toda la prudencia y toda la ciencia de los técnicos. (Sabiduría 7, 16)

  • Los pensamientos de los mortales son titubeantes, y nuestras reflexiones inseguras. (Sabiduría 9, 14)

  • También es grande el recuerdo de Nehemías, que nos levantó muros derruidos, puso puertas y cerrojos y restauró nuestras moradas. (Eclesiástico 49, 13)

  • Señor, tú nos das la paz; tú realizas todas nuestras obras. (Isaías 26, 12)

  • Contempla a Sión, la ciudad de nuestras fiestas; tus ojos verán a Jerusalén, como mansión segura, tienda que no se arranca; no se moverán jamás sus estacas, ni se romperá ninguna de sus cuerdas. (Isaías 33, 20)

  • Ha sido traspasado por nuestros pecados, triturado por nuestras iniquidades; el castigo, precio de nuestra paz, cae sobre él, y a causa de sus llagas hemos sido curados. (Isaías 53, 5)

  • Pues son muchos nuestros delitos ante ti, y nuestras iniquidades contra nosotros testifican; sí, presentes tenemos nuestros crímenes y reconocemos nuestras perversidades: (Isaías 59, 12)

  • Todos nosotros éramos inmundicias, y todas nuestras obras buenas como un lienzo manchado. Todos hemos caído como hojas, y nuestras iniquidades nos barren como el viento. (Isaías 64, 5)

  • No hubo nadie que invocara tu nombre, que despertara para apoyarse en ti, pues tú habías escondido tu rostro de nosotros y nos habías dejado a merced de nuestras iniquidades. (Isaías 64, 6)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.”(Pe Pio) São Padre Pio de Pietrelcina