Talált 148 Eredmények: leyes
No fue esto sólo. El rey tuvo la osadía de entrar en el templo más santo de la tierra, guiado por Menelao, traidor a su patria y a sus leyes. (II Macabeos 5, 15)
No mucho después el rey envió a un senador ateniense, con el fin de obligar a los judíos a dejar las leyes paternas y a no gobernarse según las leyes de Dios. (II Macabeos 6, 1)
Pero él, elevándose a más altas resoluciones, dignas de su edad y de su venerable ancianidad, de sus cabellos ya blancos y de su vida irreprensible desde la infancia, y sobre todo de las santas leyes establecidas por Dios, respondió que prefería que lo llevaran a la muerte. (II Macabeos 6, 23)
dejando a los jóvenes un ejemplo generoso para morir valientemente por las sagradas y santas leyes". Dicho esto, rápidamente se entregó al suplicio. (II Macabeos 6, 28)
Uno de ellos, en nombre de todos, dijo: "¿Qué buscas o qué quieres de nosotros? Todos estamos dispuestos a morir antes que quebrantar las leyes patrias". (II Macabeos 7, 2)
A punto de expirar, dijo: "Tú, criminal, nos quitas la vida presente; pero el rey del mundo nos dará después una vida eterna a los que morimos por sus leyes". (II Macabeos 7, 9)
y extendió las manos con valor, diciendo con gallardía: "Del cielo he recibido estos miembros, y ahora los desprecio por amor de sus leyes, porque sé que un día el mismo cielo me los devolverá". (II Macabeos 7, 11)
Dios, creador del mundo, que formó el género humano y ha creado cuanto existe, él os dará de nuevo el espíritu y la vida por su misericordia, ya que por sus santas leyes la despreciáis". (II Macabeos 7, 23)
Antíoco sospechaba que lo despreciaba, y pensó que también lo recriminaba. Pero, con todo, al más joven, que quedaba todavía, no solamente le exhortaba con palabras, sino que le prometía con juramento enriquecerlo de una vez y hacerle el más feliz, y, una vez que hubiera renegado de su religión y abandonado las leyes patrias, tenerle como amigo, proveerle de todo lo necesario y darle un cargo de gobierno. (II Macabeos 7, 24)
Yo, como mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes patrias, pidiendo a Dios que muestre pronto su misericordia con su pueblo, y a ti, con tormentos y castigos, te obligue a confesar que sólo él es Dios. (II Macabeos 7, 37)
Con estas palabras les infundió valor, los dispuso a morir por la patria y sus leyes y dividió el ejército en cuatro alas. (II Macabeos 8, 21)
Y el que se había propuesto pagar el tributo debido a los romanos con la venta de los que estaban en Jerusalén, afirmaba ahora que los judíos eran invencibles e invulnerables, pues tenían a Dios que luchaba por ellos, y cumplían las leyes impuestas por aquél. (II Macabeos 8, 36)