Talált 22 Eredmények: lana

  • Venid, pues, y discutamos, dice el Señor. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; si fueren rojos cual la púrpura, se volverán como la lana. (Isaías 1, 18)

  • porque el gusano los devorará como a un vestido, y como lana los consumirá la polilla; pero mi justicia durará eternamente, y mi salvación de generación en generación. (Isaías 51, 8)

  • Damasco traficaba contigo, dándote a cambio de tus numerosos productos, de tus variadas riquezas, vino de Jelbón y lana de Sajar. (Ezequiel 27, 18)

  • Vosotros os tomáis la leche y os vestís con la lana; matáis las ovejas cebadas, pero no apacentáis el rebaño. (Ezequiel 34, 3)

  • Al entrar por los pórticos del atrio interior vestirán hábito de lino; no llevarán vestidos de lana cuando oficien en los pórticos del atrio interior y dentro del templo. (Ezequiel 44, 17)

  • Yo seguía observando: se instalaron unos tronos, y un anciano se sentó. Sus vestiduras eran blancas como la nieve; como lana pura el cabello de su cabeza; su trono era de llamas, con ruedas de fuego ardiente. (Daniel 7, 9)

  • Su madre se ha prostituido, se ha deshonrado la que los dio a luz. Ella decía: "Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida". (Oseas 2, 7)

  • Por eso volveré a tomar mi trigo a su tiempo y mi vino a su estación, y recobraré mi lana y mi lino con que ella cubría su desnudez. (Oseas 2, 11)

  • En efecto, Moisés, después de haber promulgado ante el pueblo todos los mandamientos según estaban escritos en la ley, tomó la sangre de machos cabríos y de becerros, con agua, lana escarlata y el hisopo, y roció con ella el libro mismo y a todo el pueblo, (Hebreos 9, 19)

  • Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; sus ojos, como una llama de fuego; (Apocalipsis 1, 14)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina