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Así nos lo mandó el Señor: Te he puesto como luz de las naciones, para que lleves la salvación hasta el fin de la tierra". (Hechos 13, 47)
Esto lo hizo muchos días, hasta que Pablo, ya cansado, se volvió y dijo al espíritu: "En nombre de Jesucristo te mando salir de ella". Y en el mismo instante salió. (Hechos 16, 18)
Los que acompañaban a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron en seguida con el encargo para Silas y Timoteo de que se unieran con él lo más pronto posible. (Hechos 17, 15)
hasta el punto de que, con sólo aplicar a los enfermos los pañuelos o cualquier otra prenda de Pablo, se curaban y salían los espíritus malignos. (Hechos 19, 12)
El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Pablo, que iba a partir al día siguiente, estuvo hablando con ellos hasta medianoche. (Hechos 20, 7)
Subió de nuevo, partió el pan y comió, estuvo hablando hasta el alba y se marchó. (Hechos 20, 11)
afligidos sobre todo porque les había dicho que no volverían a verlo. Y le acompañaron hasta el barco. (Hechos 20, 38)
Pero, al pasar la semana, partimos. Nos acompañaron todos, con sus mujeres y niños, hasta fuera de la ciudad. Nos pusimos de rodillas en la playa, oramos, (Hechos 21, 5)
Hasta aquí lo estuvieron escuchando, pero entonces se pusieron a gritar: "Quita del mundo a este hombre, porque no merece vivir". (Hechos 22, 22)
Pablo, mirando fijamente al tribunal, dijo: "Hermanos, yo me he comportado con buena conciencia ante Dios hasta el día de hoy". (Hechos 23, 1)
Cuando se hizo de día, los judíos convocaron una reunión, en la que se comprometieron bajo juramento a no comer ni beber hasta que matasen a Pablo. (Hechos 23, 12)
Se presentaron a los sumos sacerdotes y a los ancianos, y dijeron: "Nos hemos comprometido bajo juramento a no comer nada hasta matar a Pablo. (Hechos 23, 14)