Talált 34 Eredmények: deseos

  • Los deseos del perezoso lo matan, porque sus manos rechazan el trabajo. (Proverbios 21, 25)

  • Todo el trabajo del hombre es para su boca; y, con todo, sus deseos nunca se sacian. (Eclesiastés 6, 7)

  • Goza, joven, de tu mocedad, y que tu corazón disfrute en los días de tu juventud. Sigue los caminos de tu corazón y los deseos de tus ojos. Pero sabe que de todo esto Dios te pedirá cuentas. (Eclesiastés 11, 9)

  • No te vayas tras tus pasiones, y refrena tus deseos. (Eclesiástico 18, 30)

  • Si satisfaces todos tus deseos, serás la burla de tus enemigos. (Eclesiástico 18, 31)

  • el que dice a Ciro: ¡Mi pastor eres, todos mis deseos cumplirás!; el que dice a Jerusalén: Serás reedificada, y al templo: Serás reconstruido. (Isaías 44, 28)

  • Congregaos vosotros todos y escuchad: ¿Quién de entre ellos anunció estas cosas? Mi amigo cumplirá mis deseos contra Babilonia y la raza de los caldeos. (Isaías 48, 14)

  • El profeta Jeremías les contestó: "Os he oído. Yo pediré al Señor, vuestro Dios, conforme a vuestros deseos. Cualquier cosa que el Señor os responda yo os la comunicaré, sin ocultaros nada". (Jeremías 42, 4)

  • Así hacíais vosotros con las hijas de Israel, y ellas accedían por miedo a vuestros deseos; pero una hija de Judá no ha soportado vuestra iniquidad. (Daniel 13, 57)

  • Vosotros sois hijos del diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, pues no hay verdad en él. Cuando dice mentira, habla según su propia naturaleza, porque es mentiroso y padre de la mentira. (Juan 8, 44)

  • Después lo destituyó y les dio como rey a David, hijo de Jesé, de quien dio este testimonio: He encontrado a David, hombre de mi agrado, quien cumplirá todos mis deseos. (Hechos 13, 22)

  • Pero el pecado, apoyándose en el mandamiento, despertó en mí toda clase de malos deseos, pues el pecado sin la ley está muerto. (Romanos 7, 8)


“Quando te encontrares diante de Deus, na oração considera-te banhado na luz da verdade, fala-lhe se puderes, deixa simplesmente que te veja e não tenhas preocupação alguma”. São Padre Pio de Pietrelcina