Talált 943 Eredmények: ciudad de Hebrón

  • Una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, fiel a Dios, nos estaba escuchando. El Señor abrió su corazón para que aceptase las cosas que Pablo decía. (Hechos 16, 14)

  • Los presentaron a los pretores y dijeron: "Estos hombres alborotan nuestra ciudad. Son judíos, (Hechos 16, 20)

  • Fueron y les pidieron excusas; los sacaron y les suplicaron que se fueran de la ciudad. (Hechos 16, 39)

  • Los judíos, llevados por la envidia, echaron mano de unos gamberros, que provocaron tumultos y alborotaron la ciudad. Se presentaron ante la casa de Jasón para llevarlos ante la plebe; (Hechos 17, 5)

  • Mientras Pablo los esperaba en Atenas, se llenaba de indignación al contemplar la ciudad llena de ídolos. (Hechos 17, 16)

  • Al recorrer vuestra ciudad y contemplar vuestros monumentos sagrados, me he encontrado incluso un altar con esta inscripción: "Al Dios desconocido". Pues bien, lo que veneráis sin conocerlo, eso es lo que yo os vengo a anunciar. (Hechos 17, 23)

  • porque yo estoy contigo, y nadie intentará hacerte mal, pues tengo en esta ciudad un pueblo numeroso". (Hechos 18, 10)

  • El desorden cundió por toda la ciudad y se lanzaron a una hacia el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. (Hechos 19, 29)

  • El letrado logró calmar a la multitud y dijo: "Efesios, ¿quién puede ignorar que la ciudad de los efesios es la guardiana de la gran Diana y de su estatua caída del cielo? (Hechos 19, 35)

  • Pero, al pasar la semana, partimos. Nos acompañaron todos, con sus mujeres y niños, hasta fuera de la ciudad. Nos pusimos de rodillas en la playa, oramos, (Hechos 21, 5)

  • Y es que habían visto antes a Trófimo de Éfeso con él en la ciudad, y pensaron que Pablo lo había metido en el templo. (Hechos 21, 29)

  • Toda la ciudad se alborotó y la gente acudió en masa. Prendieron a Pablo, lo arrastraron fuera del templo y cerraron rápidamente las puertas. (Hechos 21, 30)


“O amor e o temor devem sempre andar juntos. O temor sem amor torna-se covardia. São Padre Pio de Pietrelcina