Talált 636 Eredmények: ave
Vuestros hijos andarán por el desierto durante cuarenta años, llevando sobre sí vuestras rebeldías, hasta que vuestros cadáveres se consuman en el desierto. (Números 14, 33)
"El que toque un cadáver, de cualquier persona, quedará impuro durante siete días. (Números 19, 11)
El que ha tocado el cadáver de una persona y no se purifica, contaminará la morada del Señor. Este hombre será extirpado de Israel, pues las aguas de purificación no han corrido sobre él; es impuro, su impureza reside en él. (Números 19, 13)
Queremos cruzar, por favor, tu territorio. No atravesaremos tus sembrados, ni beberemos el agua de tus pozos; iremos por el camino real, sin desviarnos ni a derecha ni a izquierda, hasta que salgamos de tus confines". (Números 20, 17)
Naves de la parte de Kittim, oprimen a Asiria, oprimen a Eber; también ellos perecerán para siempre". (Números 24, 24)
y por cada uno de los corderos, cuatro kilos y medio de flor de harina amasada con aceite. Es holocausto de suave olor, ofrenda quemada en honor del Señor. (Números 28, 13)
Vosotros, permaneced durante siete días fuera del campamento, y el que entre vosotros o vuestros prisioneros haya matado a alguien o haya tocado un cadáver, purifíquese el tercero y séptimo día. (Números 31, 19)
Da esta orden al pueblo: Vais a pasar a través del territorio de vuestros hermanos, los hijos de Esaú, que habitan en Seír. Os tendrán miedo; pero tened cuidado; (Deuteronomio 2, 4)
El Señor, tu Dios, te ha bendecido en todas tus empresas. Él ha velado tu peregrinación a través de este vasto desierto. Cuarenta años hace ya que te acompaña el Señor, tu Dios, sin que te falte nada. (Deuteronomio 2, 7)
Ahora levantaos y atravesad el torrente Zared. Y cruzamos el torrente Zared". (Deuteronomio 2, 13)
Tengo intención de atravesar tu territorio; pero mi camino será directo, sin desviarme ni a la derecha ni a la izquierda. (Deuteronomio 2, 27)
como ya me lo han permitido los hijos de Esaú que viven en Seír, y los moabitas que viven en Ar, hasta que a través del Jordán llegue a la tierra que el Señor, nuestro Dios, nos da. (Deuteronomio 2, 29)