Talált 458 Eredmények: Siempre

  • Jonatán dijo a David: "Vete en paz. En cuanto al juramento que hemos hecho en nombre del Señor, que el Señor esté siempre entre tú y yo, entre mi descendencia y la tuya". (I Samuel 20, 42)

  • David contestó: "Seguro; siempre que salimos nos abstenemos de mujeres, aunque se trate de un viaje de carácter profano; con más razón hoy mis hombres están limpios". (I Samuel 21, 6)

  • Aquís tenía confianza en David y se decía: "Seguramente se ha hecho odioso a su pueblo y será mi servidor para siempre". (I Samuel 27, 12)

  • David le respondió: "Bien, ahora sabrás lo que va a hacer tu siervo". Y le dijo Aquís: "Pues bien, yo te constituiré guardián de mi persona para siempre". (I Samuel 28, 2)

  • Aquís llamó a David y le dijo: "Vive el Señor, que eres un hombre leal y me ha agradado siempre tu comportamiento en el ejército; no tengo nada que reprocharte desde el día en que viniste hasta hoy; pero no eres grato a los ojos de los jefes. (I Samuel 29, 6)

  • Abner gritó a Joab: "¿Devorará siempre la espada? ¿No sabes que el fin puede ser amargo? ¿A qué esperas para decir al pueblo que deje de perseguir a sus hermanos?". (II Samuel 2, 26)

  • Cuando David supo lo que había pasado, dijo: "Yo y mi reino somos inocentes por siempre ante el Señor de la sangre de Abner, hijo de Ner. (II Samuel 3, 28)

  • Él me construirá un templo y yo consolidaré su trono para siempre. (II Samuel 7, 13)

  • Tu casa y tu reino subsistirán por siempre ante mí, y tu trono se afirmará para siempre". (II Samuel 7, 16)

  • Has afirmado a tu pueblo Israel como pueblo tuyo y para siempre, y tú, Señor, te has hecho su Dios. (II Samuel 7, 24)

  • Y ahora, Señor, mantén firme para siempre la promesa que has hecho a tu siervo y a su casa, y haz como has dicho. (II Samuel 7, 25)

  • Que tu nombre sea siempre engrandecido; y que digan: El Señor todopoderoso es Dios de Israel. Y que la casa de tu siervo David sea estable en tu presencia, (II Samuel 7, 26)


“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina