Talált 20 Eredmények: Jezabel

  • y, no bastándole imitar los pecados de Jeroboán, hijo de Nabat, tomó por esposa a Jezabel, hija de Etbaal, rey de los sidonios, y sirvió y adoró a Baal. (I Reyes 16, 31)

  • cuando Jezabel exterminó a los profetas del Señor, Abdías recogió a cien profetas y los ocultó en grupos de cincuenta en unas cuevas, proveyéndoles de pan y agua. (I Reyes 18, 4)

  • ¿Por ventura no le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas del Señor, cómo oculté a cien de estos profetas del Señor por grupos de cincuenta en unas cuevas, alimentándolos con pan y agua? (I Reyes 18, 13)

  • Ahora bien, manda reunir junto a mí en el monte Carmelo a todo Israel y a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel". (I Reyes 18, 19)

  • Ajab contó a Jezabel lo que Elías había hecho y cómo había degollado a espada a todos los profetas de Baal. (I Reyes 19, 1)

  • Y entonces Jezabel envió este mensaje a Elías: "Esto y cosa peor hagan conmigo los dioses si mañana a estas horas no te he puesto a ti como a uno de ellos". (I Reyes 19, 2)

  • Su esposa Jezabel se acercó a él y le dijo: "¿Por qué estás de tan mal humor y no quieres comer?". (I Reyes 21, 5)

  • Jezabel le dijo: "¿Eres tú realmente el rey de Israel?... Levántate, come y estáte tranquilo. Yo te daré la viña de Nabot, el yezraelita". (I Reyes 21, 7)

  • Los hombres de la ciudad de Nabot, los ancianos y los nobles conciudadanos suyos hicieron lo que les había mandado Jezabel, tal y como estaba escrito en las cartas que les había enviado. (I Reyes 21, 11)

  • Y mandaron decir a Jezabel: "Nabot ha sido matado a pedradas". (I Reyes 21, 14)

  • Apenas supo Jezabel que Nabot había sido matado a pedradas, dijo a Ajab: "Levántate, toma posesión de la viña de Nabot, el yezraelita, que no quiso vendértela, pues Nabot ya no vive, sino que ha muerto". (I Reyes 21, 15)

  • El Señor ha dicho también contra Jezabel: Los perros comerán a Jezabel en la propiedad de Yezrael. (I Reyes 21, 23)


“O mais belo Credo é o que se pronuncia no escuro, no sacrifício, com esforço”. São Padre Pio de Pietrelcina