Talált 46 Eredmények: Hadad-ezer

  • Aquellos hombres lo dieron como buen augurio y se apresuraron a tomarle la palabra de la boca, diciendo: "¡Ben Hadad es tu hermano!". Y él añadió: "Id y traédmelo". Ben Hadad se presentó ante Ajab, que le montó en su carro. (I Reyes 20, 33)

  • Ben Hadad le dijo: "Las ciudades que mi padre quitó al tuyo te las devolveré, y tú podrás establecer en Damasco plazas comerciales, como hizo mi padre en Samaría". Ajab hizo este pacto con él y le dejó en libertad. (I Reyes 20, 34)

  • Después de estos sucesos Ben Hadad, rey de Siria, reunió todo su ejército y fue a sitiar Samaría. (II Reyes 6, 24)

  • Eliseo fue a Damasco. Ben Hadad, rey de Siria, que estaba enfermo, recibió la noticia de que había llegado el hombre de Dios. (II Reyes 8, 7)

  • Jazael fue a verlo llevando consigo lo mejor de Damasco: una carga de cuarenta camellos. Llegó ante él y dijo: "Tu hijo, Ben Hadad, rey de Siria, me ha enviado a ti para preguntarte si se curará de la enfermedad". (II Reyes 8, 9)

  • Por eso la ira del Señor se encendió contra Israel, entregándolos en manos de Jazael, rey de Siria, y de Ben Hadad, hijo de Jazael, todo aquel tiempo. (II Reyes 13, 3)

  • Jazael, rey de Siria, murió y le sucedió en el trono su hijo Ben Hadad. (II Reyes 13, 24)

  • Joás, hijo de Joacaz, quitó a Ben Hadad, hijo de Jazael, las ciudades que éste había arrebatado en la guerra a su padre, Joacaz. Le derrotó tres veces, y así recuperó las ciudades de Israel. (II Reyes 13, 25)

  • Murió Jusán y le sucedió Hadad, hijo de Bedad, que derrotó a los madianitas en los campos de Moab. Su ciudad se llamaba Avit. (I Crónicas 1, 46)

  • Murió Hadad y le sucedió Samlá, de Masrecá. (I Crónicas 1, 47)

  • Penuel era padre de Guedor y Ézer, padre de Jusá. Tales son los hijos de Jur, primogénito de Éfrata, padre de Belén. (I Crónicas 4, 4)

  • Zabad; Sutélaj; Ezer y Elead. Los nativos de Gat los mataron porque habían bajado a robar sus ganados. (I Crónicas 7, 21)


“Como Jesus, preparemo-nos a duas ascensões: uma ao Calvário e outra ao Céu. A ascensão ao Calvário, se não for alegre, deve ao menos ser resignada!” São Padre Pio de Pietrelcina