Talált 915 Eredmények: Gad

  • "Tomamos entonces posesión de esta tierra. A las tribus de Rubén y de Gad les di el territorio que va desde Aroer, al borde del río Arnón, hasta la mitad de la montaña de Galaad con sus ciudades. (Deuteronomio 3, 12)

  • A los rubenitas y a los gaditas les di desde Galaad, por un lado, hasta el río Arnón, que hacía de frontera; y, por otro, hasta el río Yaboc, frontera de los amonitas. (Deuteronomio 3, 16)

  • para los rubenitas, Beser, en el desierto, en la meseta; para los gaditas, Ramot, en Galaad; y para los manasitas, Golán, en Basán. (Deuteronomio 4, 43)

  • Cuando el Señor, tu Dios, te haya conducido a la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob, y te haya entregado en propiedad las grandes y prósperas ciudades que tú no levantaste, (Deuteronomio 6, 10)

  • Cuando te los haya entregado y tú los hayas derrotado, los entregarás al exterminio; no harás pactos ni tendrás compasión con ellos. (Deuteronomio 7, 2)

  • todo lo que ha hecho por vosotros en el desierto hasta que habéis llegado a este lugar; (Deuteronomio 11, 5)

  • de lo contrario, el vengador del homicida lo perseguirá y, si el camino fuese largo, lo alcanzaría y le daría muerte. Y, sin embargo, ese hombre no merecía la muerte, pues nunca había odiado a su víctima. (Deuteronomio 19, 6)

  • los ancianos de su ciudad le mandarán prender y le entregarán en manos del vengador de sangre, para que lo mate. (Deuteronomio 19, 12)

  • Si para conquistar una ciudad te ves obligado a sitiarla por largo tiempo, no destruyas los árboles a golpe de hacha. Come sus frutos, pero no los tales. ¿Es que son hombres los árboles del campo para que los asedies? (Deuteronomio 20, 19)

  • Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y el Señor, tu Dios, los haya entregado en tus manos y tú los hayas hecho prisioneros, (Deuteronomio 21, 10)

  • su cadáver no podrá quedar allí durante la noche, sino que lo enterrarás el mismo día, pues el que muere colgado de un árbol es maldito de Dios, y tú no debes manchar la tierra que el Señor, tu Dios, te da en heredad. (Deuteronomio 21, 23)

  • cómo sin temer a Dios te asaltó en el camino e hirió por la espalda a los que estaban débiles y se habían quedado rezagados, cuando ibas cansado y extenuado. (Deuteronomio 25, 18)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina