Talált 71 Eredmények: Bendición del año jubilar

  • Los asentaré en torno a mi colina. Mandaré a su tiempo las lluvias, lluvias de bendición. (Ezequiel 34, 26)

  • Lo mejor de todas vuestras primicias y de toda clase de productos vuestros, todas las ofrendas que hagáis, pertenecerán a los sacerdotes. Así daréis a los sacerdotes lo mejor de vuestra parte, a fin de que la bendición repose sobre vuestras casas. (Ezequiel 44, 30)

  • Pero si de su heredad hace un regalo a alguno de sus servidores, pertenecerá a éste sólo hasta el año jubilar, en que volverá al príncipe. Su heredad pasará sólo a sus hijos. (Ezequiel 46, 17)

  • ¡Quién sabe si cambiará de idea y dejará tras de sí una bendición, ofrendas para el Señor, vuestro Dios! (Joel 2, 14)

  • a ver si sigue faltando el grano en el granero, y si la vid, la higuera, el granado y el olivo no llevan fruto. Porque a partir de hoy yo os doy la bendición". (Ageo 2, 19)

  • El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión con el cuerpo de Cristo? (I Corintios 10, 16)

  • para que la bendición de Abrahán hecha en Cristo Jesús se extendiese a todas las naciones, a fin de que, mediante la fe, recibiésemos el Espíritu prometido. (Gálatas 3, 14)

  • En efecto, la tierra que absorbe el agua caída repetidas veces sobre ella y que produce frutos abundantes para aquellos que la cultivan, recibe la bendición de Dios; (Hebreos 6, 7)

  • Sabéis bien que, como consecuencia, cuando quiso recibir la bendición, le fue negada, y no logró cambiar lo que había hecho, aunque lo intentó con lágrimas. (Hebreos 12, 17)

  • no devolváis mal por mal ni injuria, por injuria sino todo lo contrario bendecid siempre pues para esto habéis sido llamados para ser herederos de la bendición. (I Pedro 3, 9)

  • Amén. La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. (Apocalipsis 7, 12)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina