Talált 16 Eredmények: Asael

  • Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisay y Asael. Asael era ligero para correr como un corzo del campo. (II Samuel 2, 18)

  • Asael se puso a perseguir a Abner sin desviarse en su persecución ni a la derecha ni a la izquierda. (II Samuel 2, 19)

  • Abner se volvió hacia atrás y dijo: "¿Eres tú Asael?". Él respondió: "Sí, soy yo". (II Samuel 2, 20)

  • Abner le dijo: "Apártate a la derecha o a la izquierda, agarra a uno de los jóvenes y quítale lo que lleva". Pero Asael no quiso apartarse de él. (II Samuel 2, 21)

  • Pero él no quiso apartarse, y Abner le golpeó en el vientre con la culata de la lanza, y la lanza le salió por detrás. Cayó allí mismo y murió instantáneamente. Todos los que llegaban al lugar donde Asael había caído y había muerto se detenían. (II Samuel 2, 23)

  • Joab cesó de perseguir a Abner y reunió a todo su ejército. Faltaban de entre los seguidores de David diecinueve hombres, además de Asael. (II Samuel 2, 30)

  • Llevaron a Asael y le sepultaron en el sepulcro de su padre, en Belén. Después Joab y sus hombres caminaron durante toda la noche y, al llegar el día, estaban en Hebrón. (II Samuel 2, 32)

  • Cuando Abner volvió a Hebrón, Joab le llevó aparte, al lado de la puerta, como para hablar pacíficamente con él, y allí le hirió mortalmente en el vientre, por la sangre de Asael, su hermano. (II Samuel 3, 27)

  • Joab y su hermano Abisay mataron a Abner porque había dado muerte a su hermano Asael en la batalla de Gabaón. (II Samuel 3, 30)

  • Asael, hermano de Joab, era también de los treinta. Eljanán, hijo de Dodó, de Belén. (II Samuel 23, 24)

  • Sus hermanas fueron Sarvia y Abigaíl. Hijos de Sarvia: Abisay, Joab y Asael: tres. (I Crónicas 2, 16)

  • Los héroes del ejército eran: Asael, hermano de Joab; Eljanán, hijo de Dodó, de Belén; (I Crónicas 11, 26)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina