Talált 480 Eredmények: soy
Ved ahora que yo, sólo yo soy, y que no hay otro Dios junto a mí. Yo doy la muerte y doy la vida, hiero yo, y sano yo mismo (y no hay quien libre de mi mano). (Deuteronomio 32, 39)
Respondió: «No, sino que soy el jefe del ejército de Yahveh. He venido ahora.» Cayó Josué rostro en tierra, le adoró y dijo: «¿Qué dice mi Señor a su siervo?» (Josué 5, 14)
Akán respondió a Josué: «En verdad, yo soy el que ha pecado contra Yahveh, Dios de Israel; esto y esto es lo que he hecho: (Josué 7, 20)
Los hijos de José se dirigieron a Josué y le dijeron: «¿Por qué no me has asignado en heredad más que una suerte, una sola porción, siendo tan numeroso como soy porque Yahveh me ha bendecido?» (Josué 17, 14)
que Josué convocó a todo Israel, a sus ancianos, sus jefes, sus jueces, sus escribas y les dijo: «Yo ya soy viejo, avanzado en días; (Josué 23, 2)
y os dije: "Yo soy Yahveh, vuestro Dios. No veneréis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis." Pero no habéis escuchado mi voz.» (Jueces 6, 10)
Entonces Yahveh se volvió hacia él y dijo: «Vete con esa fuerza que tienes y salvarás a Israel de la mano de Madián. ¿No soy yo el que te envía?» (Jueces 6, 14)
«Decid esto, por favor, a oídos de todos los señores de Siquem: ¿Qué es mejor para vosotros, que os estén mandando setenta hombres, todos los hijos de Yerubbaal, o que os mande uno solo? Recordad además que yo soy de vuestros huesos y de vuestra carne.» (Jueces 9, 2)
Manóaj se levantó y, siguiendo a su mujer, llegó donde el hombre y le dijo: «¿Eres tú el que has hablado con esta mujer?» El respondió: «Yo soy.» (Jueces 13, 11)
le abrió todo su corazón y le dijo: «La navaja no ha pasado jamás por mi cabeza, porque soy nazir de Dios desde el vientre de mi madre. Si me rasuraran, mi fuerza se retiraría de mí, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera.» (Jueces 16, 17)
Miká le preguntó: «¿De dónde vienes?» Le respondió: «Soy un levita de Belén de Judá. Vengo de paso para residir donde pueda.» (Jueces 17, 9)
El les respondió: «Esto y esto ha hecho por mí Miká. Me ha tomado a sueldo y soy su sacerdote.» (Jueces 18, 4)