Talált 733 Eredmények: ojos

  • Y dije: «¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos!» (Isaías 6, 5)

  • Engorda el corazón de ese pueblo hazle duro de oídos, y pégale los ojos, no sea que vea con sus ojos. y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se convierta y se le cure.» (Isaías 6, 10)

  • Pues bien, cuando hubiere dado remate el Señor a todas sus empresas en el monte Sión y en Jerusalén, pasará revista al fruto del engreimiento del rey de Asur y al orgullo altivo de sus ojos. (Isaías 10, 12)

  • Sus párvulos serán estrellados ante sus ojos, serán saqueadas sus casas, y sus mujeres violadas. (Isaías 13, 16)

  • Machacarán a todos sus muchachos, estrellarán a todas sus muchachas, del fruto del vientre no se apiadarán ni de las criaturas tendrán lástima sus ojos. (Isaías 13, 18)

  • Aquel día se dirigirá el hombre a su Hacedor, y sus ojos hacia el Santo de Israel mirarán. (Isaías 17, 7)

  • Porque ha vertido sobre vosotros Yahveh espíritu de sopor, he pegado vuestros ojos (profetas) y ha cubierto vuestras cabezas (videntes). (Isaías 29, 10)

  • Oirán aquel día los sordos palabras de un libro, y desde la tiniebla y desde la oscuridad los ojos de los ciegos las verán, (Isaías 29, 18)

  • Os dará el Señor pan de asedio y aguas de opresión, y después no será ya ocultado el que te enseña; con tus ojos verás al que te enseña, (Isaías 30, 20)

  • No se cerrarán los ojos de los videntes, y los oídos de los que escuchan percibirán; (Isaías 32, 3)

  • El que anda en justicia y habla con rectitud; el que rehúsa ganancias fraudulentas, el que se sacude la palma de la mano para no aceptar soborno, el que se tapa las orejas para no oír hablar de sangre, y cierra sus ojos para no ver el mal. (Isaías 33, 15)

  • Tus ojos contemplarán un rey en su belleza, verán una tierra dilatada. (Isaías 33, 17)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina