Talált 84 Eredmények: llevar las cargas

  • Díjole el siervo: «Tal vez no quiera la mujer seguirme a este país. ¿Debo en tal caso volver y llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?» (Génesis 24, 5)

  • Díjole Abraham: «Guárdate de llevar allá a mi hijo. (Génesis 24, 6)

  • Si sois gente de bien, uno de vuestros hermanos se quedará detenido en la prisión mientras los demás hermanos vais a llevar el grano que tanta falta hace en vuestras casas. (Génesis 42, 19)

  • Todos los israelitas, hombres y mujeres, cuyo corazón les había impulsado a llevar algo para cualquiera de los trabajos que Yahveh, por medio de Moisés, les había encomendado, presentaron sus ofrendas voluntarias a Yahveh. (Exodo 35, 29)

  • Después se quitará los vestidos y se pondrá otros para llevar las cenizas fuera del campamento a un lugar puro. (Levítico 6, 4)

  • Alista tú mismo a los levitas para el servicio de la Morada del Testimonio, de todos sus utensilios y de todo lo que se relaciona con ella. Ellos han de llevar la Morada con todos sus utensilios, estarán al servicio de ella y acamparán en torno a ella. (Números 1, 50)

  • pero todo el servicio de los hijos de Guersón, todas sus funciones y cargas, las desempeñarán a las órdenes de Aarón y de sus hijos. Los vigilaréis en el ministerio de su cargo. (Números 4, 27)

  • Pero a los hijos de Quehat no les dio, porque su carga sagrada la tenían que llevar al hombro. (Números 7, 9)

  • La chusma que se había mezclado al pueblo se dejó llevar de su apetito. También los israelitas volvieron a sus llantos diciendo: «¿Quién nos dará carne para comer? (Números 11, 4)

  • Yo bajaré a hablar contigo; tomaré parte del espíritu que hay en ti y lo pondré en ellos, para que lleven contigo la carga del pueblo y no la tengas que llevar tú solo. (Números 11, 17)

  • «Habla a los israelitas y diles: Cuando entréis en la tierra a la que os voy a llevar, (Números 15, 18)

  • Pero ¿cómo voy a poder yo solo llevar vuestro peso, vuestra carga y vuestros litigios? (Deuteronomio 1, 12)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina