Talált 1712 Eredmények: había

  • Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: « No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga.» (Juan 21, 23)

  • hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue llevado al cielo. (Hechos 1, 2)

  • «Hermanos, era preciso que se cumpliera la Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, había hablado ya acerca de Judas, el que fue guía de los que prendieron a Jesús. (Hechos 1, 16)

  • Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. (Hechos 2, 5)

  • Pero como él era profeta y sabía que Dios le había asegurado con juramento que se sentaría en su trono un descendiente de su sangre, (Hechos 2, 30)

  • Había un hombre, tullido desde su nacimiento, al que llevaban y ponían todos los días junto a la puerta del Templo llamada Hermosa para que pidiera limosna a los que entraban en el Templo. (Hechos 3, 2)

  • le reconocían, pues él era el que pedía limosma sentado junto a la puerta Hermosa del Templo. Y se quedaron llenos de estupor y asombro por lo que había sucedido. (Hechos 3, 10)

  • Pero Dios dio cumplimiento de este modo a lo que había anunciado por boca de todos los profetas: que su Cristo padecería. (Hechos 3, 18)

  • a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, (Hechos 3, 20)

  • Les echaron mano y les pusieron bajo custodia hasta el día siguiente, pues había caído ya la tarde. (Hechos 4, 3)

  • y al mismo tiempo veían de pie, junto a ellos, al hombre que había sido curado; de modo que no podían replicar. (Hechos 4, 14)

  • Ellos, después de haberles amenazado de nuevo, les soltaron, no hallando manera de castigarles, a causa del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo que había occurrido, (Hechos 4, 21)


“A maior alegria de um pai é que os filhos se amem, formem um só coração e uma só alma. Não fostes vós que me escolhestes, mas o pai celeste que, na minha primeira missa, me fez ver todos os filhos que me confiava”.(P.e Pio) São Padre Pio de Pietrelcina