Talált 390 Eredmények: espada

  • Pues así dice el Señor Yahveh: Aun cuando yo mande contra Jerusalén mis cuatro terribles azotes: espada, hambre, bestias feroces y peste, para extirpar de ella hombres y bestias, (Ezequiel 14, 21)

  • Lo más selecto, entre todas sus tropas, caerá a espada, y los que queden serán dispersados a todos los vientos. Y sabréis que yo, Yahveh, he hablado. (Ezequiel 17, 21)

  • Dirás a la tierra de Israel: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti; voy a sacar mi espada de la vaina y extirparé de ti al justo y al malvado. (Ezequiel 21, 8)

  • Para extirpar de ti al justo y al malvado va a salir mi espada de la vaina, contra toda carne, desde el Négueb hasta el Norte. (Ezequiel 21, 9)

  • Y todo el mundo sabrá que yo, Yahveh, he sacado mi espada de la vaina; no será envainada. (Ezequiel 21, 10)

  • Hijo de hombre, profetiza. Dirás: Así dice el Señor. Di: ¡Espada, espada! Afilada está, bruñida. (Ezequiel 21, 14)

  • Se la ha hecho bruñir para empuñarla; ha sido afilada la espada, ha sido bruñida para ponerla en mano de matador. (Ezequiel 21, 16)

  • Grita, da alaridos, hijo de hombre, porque está destinada a mi pueblo, a todos los príncipes de Israel destinados a la espada con mi pueblo. Por eso golpéate el pecho, (Ezequiel 21, 17)

  • Y tú, hijo de hombre, profetiza y bate palmas. ¡Golpee la espada dos, tres veces, la espada de las víctimas, la espada de la gran víctima, que les amenaza en torno! (Ezequiel 21, 19)

  • A fin de que desmaye el corazón y abunden las ocasiones de caída, en todas las puertas he puesto yo matanza por la espada, hecha para centellear, bruñida para la matanza. (Ezequiel 21, 20)

  • Y tú, hijo de hombre, marca dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia, que salgan los dos del mismo país, y marca una señalización, márcala en la cabecera del camino de la ciudad; (Ezequiel 21, 24)

  • trazarás el camino para que venga la espada hacia Rabbá de los ammonitas y hacia Judá, a la fortaleza de Jerusalén. (Ezequiel 21, 25)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre todo o bem que ela ainda pode fazer”. São Padre Pio de Pietrelcina