Talált 136 Eredmények: Daniel en el foso de los leones

  • Saúl y Jonatán, amados y amables, ni en vida ni en muerte separados, más veloces que águilas, más fuertes que leones. (II Samuel 1, 23)

  • Sobre el panel que estaba entre los listones había leones, bueyes y querubines. Lo mismo sobre los listones. Por encima y por debajo de los leones y de los toros había volutas... (I Reyes 7, 29)

  • Grabó sobre las tablas querubines, leones y palmeras... y volutas alrededor. (I Reyes 7, 36)

  • El trono tenía seis gradas y un respaldo redondo en su parte posterior con brazos a uno y otro lado del asiento; dos leones de pie junto a los brazos (I Reyes 10, 19)

  • más doce leones de pie sobre las seis gradas, a uno y otro lado. No se hizo cosa semejante en ningún reino. (I Reyes 10, 20)

  • Sucedió que, cuando comenzaron a establecerse allí, no veneraban a Yahveh, y Yahveh envió contra ellos leones que mataron a muchos. (II Reyes 17, 25)

  • Entonces dijeron al rey de Asiria: «Las gentes que has hecho deportar para establecerlas en las ciudades de Samaría no conocen el culto del dios de la tierra, y ha enviado contra ellos leones que los matan, porque ellos no conocen el culto del dios de la tierra.» (II Reyes 17, 26)

  • Estos son los hijos que le nacieron a David en Hebrón: el primogénito Amnón, hijo de Ajinoam, de Yizreel; el segundo, Daniel, hijo de Abigaíl de Carmelo; (I Crónicas 3, 1)

  • El trono tenía seis gradas y un cordero de oro al respaldo, y brazos a uno y otro lado del asiento, y dos leones, de pie, junto a los brazos. (II Crónicas 9, 18)

  • Más doce leones de pie sobre las seis gradas a uno y otro lado. No se hizo cosa semejante en ningún reino. (II Crónicas 9, 19)

  • De los hijos de Pinjás: Guersom; de los hijos de Itamar: Daniel; de los hijos de David: Jattús, (Esdras 8, 2)

  • Daniel, Guinnetón, Baruc, (Nehemías 10, 7)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina