Talált 65 Eredmények: Amorreos

  • Vio Balaq, hijo de Sippor, todo lo que había hecho Israel con los amorreos (Números 22, 2)

  • Moisés dio a los hijos de Gad, a los hijos de Rubén y a la media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Sijón, rey de los amorreos, y el reino de Og, rey de Basán; el país con las ciudades comprendidas en sus fronteras y las ciudades colindantes. (Números 32, 33)

  • Los hijos de Makir, hijo de Manasés, fueron a Galaad, la conquistaron y expulsaron a los amorreos que habitaban allí. (Números 32, 39)

  • Después de batir a Sijón, rey de los amorreos, que moraba en Jesbón, y a Og, rey de Basán, que moraba en Astarot y en Edreí, (Deuteronomio 1, 4)

  • ¡En marcha!, partid y entrad en la montaña de los amorreos, y donde todos sus vecinos de la Arabá, la Montaña, la Tierra Baja, el Négueb y la costa del mar; en la tierra de Canaán y el Líbano, hasta el río grande, el río Eufrates. (Deuteronomio 1, 7)

  • Partimos del Horeb y fuimos por ese enorme y temible desierto que habéis visto, camino de la montaña de los amorreos, como Yahveh nuestro Dios nos había mandado, y llegamos a Cadés Barnea. (Deuteronomio 1, 19)

  • Yo os dije: «Ya habéis llegado a la montaña de los amorreos que Yahveh nuestro Dios nos da. (Deuteronomio 1, 20)

  • y os pusisteis a murmurar en vuestras tiendas: «Por el odio que nos tiene nos ha sacado Yahveh de Egipto, para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos. (Deuteronomio 1, 27)

  • Los amorreos, habitantes de aquella montaña, salieron a vuestro encuentro, os persiguieron como lo hubieran hecho las abejas, y os derrotaron en Seír hasta Jormá. (Deuteronomio 1, 44)

  • Así tomamos entonces, de mano de los dos reyes amorreos, el país de Transjordania, desde el torrente Arnón hasta el monte Hermón (Deuteronomio 3, 8)

  • (los sidonios llaman al Hermón Siryón, y los amorreos lo llaman Senir): (Deuteronomio 3, 9)

  • al otro lado del Jordán, en el valle próximo a Bet Peor, en el país de Sijón, rey de los amorreos, que habitaba en Jesbón, aquel a quien Moisés y los israelitas habían batido a su salida de Egipto, (Deuteronomio 4, 46)


“O mais belo Credo é o que se pronuncia no escuro, no sacrifício, com esforço”. São Padre Pio de Pietrelcina