Talált 535 Eredmények: segunda muerte
David se enfureció contra aquel hombre y dijo a Natán: "¡Por la vida del Señor, el hombre que ha hecho eso merece la muerte! (II Samuel 12, 5)
Mientras tanto, a David se le pasó todo su enojo contra Absalón, porque se había consolado de la muerte de Amnón. (II Samuel 13, 39)
Y ahora toda la familia se ha levantado contra tu servidora, diciendo: ‘Entrega al fratricida; vamos a darle muerte para vengar al hermano que él asesinó y acabar así con el heredero’. De esta manera apagarán la brasa que aún me queda, privando a mi marido de un nombre y un sobreviviente sobre la faz de la tierra". (II Samuel 14, 7)
Entonces mandó a buscar a Joab para enviarlo ante el rey, pero él no quiso venir. Lo hizo llamar por segunda vez, y tampoco quiso venir. (II Samuel 14, 29)
Pero Itai respondió al rey: "¡Por la vida del Señor y por tu propia vida, allí donde esté mi señor, el rey, allí estará tu servidor, en la muerte y en la vida!". (II Samuel 15, 21)
Pero David replicó: "¿Qué tengo que ver yo con ustedes, hijos de Seruiá, para que hoy se comporten como adversarios míos? Hoy nadie será condenado a muerte en Israel. ¿No estoy acaso ahora seguro de ser el rey de Israel?". (II Samuel 19, 23)
Porque toda la casa de mi padre no merecía de parte de mi señor, el rey, nada más que la muerte. Y a pesar de todo, tú me has admitido entre tus comensales: ¿qué derecho tengo todavía de reclamar algo al rey?". (II Samuel 19, 29)
David entró a su casa en Jerusalén. Entonces el rey tomó a las diez concubinas que había dejado al cuidado de la casa y las puso en un recinto bien custodiado. Él proveía a su mantenimiento, pero no tuvo más relaciones con ellas, y así estuvieron recluidas, viviendo como viudas, hasta el día de su muerte. (II Samuel 20, 3)
En tiempos de David, hubo hambre durante tres años consecutivos. David consultó al Señor, y el Señor le respondió: "Esto se debe a Saúl y a esa casa sanguinaria, porque él dio muerte a los gabaonitas". (II Samuel 21, 1)
Pero Abisai, hijo de Seruiá, acudió en su auxilio y abatió al filisteo, dándole muerte. Los hombres de David lo conjuraron, diciendo: "Tú no irás más a combatir con nosotros, no sea que extingas la lámpara de Israel". (II Samuel 21, 17)
Las olas de la Muerte me envolvieron, me aterraron los torrentes devastadores, (II Samuel 22, 5)
me cercaron los lazos del Abismo, las redes de la Muerte llegaron hasta mí. (II Samuel 22, 6)