Talált 306 Eredmények: animal muerto encontrado
Cuando su padre desaparezca, será como si no hubiera muerto, porque dejará tras de sí a otro como él. (Sirácides (Eclesiástico) 30, 4)
Si uno se baña después de haber tocado a un muerto, y lo toca de nuevo, ¿de qué le sirve la purificación? Es lo que pasa con el que ayuna por sus pecados y luego vuelve a cometerlos: ¿quién escuchará su oración? ¿De qué le sirvió su penitencia? (Sirácides (Eclesiástico) 34, 25)
Reconoces por el gusto de qué animal cazado se trata, del mismo modo el que tiene experiencia detecta las palabras mentirosas. (Sirácides (Eclesiástico) 36, 19)
Mucha gente ha muerto por esos excesos, mientras que los que se moderan prolongan su vida. (Sirácides (Eclesiástico) 37, 31)
Hijo mío, derrama lágrimas por un muerto y entona la lamentación que expresará tu dolor. Luego entierra su cuerpo como se debe, no descuides nada referente a su sepultura. (Sirácides (Eclesiástico) 38, 16)
Desde el momento que el muerto reposa, haz que también repose su recuerdo; consuélate desde el momento que haya expirado. (Sirácides (Eclesiástico) 38, 23)
Le atribuyeron el mérito de haber muerto a diez mil, cantaban sus alabanzas bendiciendo al Señor y le ofrecieron la corona. (Sirácides (Eclesiástico) 47, 6)
A una sola palabra del Altísimo, hiciste que un muerto se levantara, arrancándolo del mundo de los muertos, de la Morada de abajo. (Sirácides (Eclesiástico) 48, 5)
En vida hizo prodigios, y después de muerto, todavía obró milagros. (Sirácides (Eclesiástico) 48, 14)
Diles, entonces, esto: Esta es la nación que no ha escuchado la voz de Yavé, su Dios, ni ha querido aprender. La fidelidad ha muerto, ha desaparecido de su boca. (Jeremías 7, 28)
No he encontrado más que estupidez en los profetas de Samaria: profetizaron en nombre de Baal y extraviaron a mi pueblo Israel. (Jeremías 23, 13)
Esta es la carta que el profeta Jeremías escribió desde Jerusalén a los ancianos que no habían muerto, sino que estaban cautivos, a los sacerdotes, profetas y al pueblo en general que Nabucodonosor había desterrado de Jerusalén a Babilonia. (Jeremías 29, 1)