Talált 215 Eredmények: Tuvo
La madre que tuvo siete hijos está avergonzada y desalentada y se le acaba el resuello porque se puso el sol de su vida aun en pleno día. Y a los que queden todavía los haré morir a espada, en presencia de sus enemigos, dice Yavé. (Jeremías 15, 9)
Apenas el rey de Babilonia tuvo noticias de todo esto, comenzaron a temblarle las manos, y le asaltó la angustia y un dolor como de una mujer que da a luz. (Jeremías 50, 43)
Luego le sacó los ojos a Sedecías y lo amarró con cadenas de bronce. Después el rey de Babilonia se lo llevó a Babilonia, donde lo tuvo prisionero hasta el día de su muerte. (Jeremías 52, 11)
Nadie tuvo compasión de ti, nadie te cuidó, ni siquiera por piedad; el día en que viniste al mundo, a nadie interesabas y te dejaron en el suelo en medio del campo. (Ezequiel 16, 5)
Y así llegaron a las naciones. Pero allí también fue profanado mi nombre. En efecto se decía: "Este es el pueblo de Yavé que tuvo que salir de su país". (Ezequiel 36, 20)
El año doce de su reinado, Nabucodonosor tuvo un sueño que lo inquietó hasta el punto de no dejarlo dormir. (Daniel 2, 1)
El año primero del reinado de Belsasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones en su mente mientras dormía. En cuanto despertó, puso el sueño por escrito. Comienzo de la relación: (Daniel 7, 1)
Yavé se mostró lleno de celo por su tierra y tuvo piedad de su pueblo. (Joel 2, 18)
Palabras de Amós, uno de los intendentes de los pastores de Tecoa. Estas son las revelaciones que tuvo acerca de Israel, en tiempo de Ozías, rey de Judá; y en tiempos de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto. (Amós 1, 1)
Palabras contra Nínive. Este es el libro de la visión que tuvo Nahúm de Elcós. (Nahún 1, 1)
Pero al enterarse de que Arquelao gobernaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Conforme a un aviso que recibió en sueños, se dirigió a la provincia de Galilea (Evangelio según San Mateo 2, 22)
Pero el viento seguía muy fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: «¡Señor, sálvame!» (Evangelio según San Mateo 14, 30)