Talált 182 Eredmények: Judas

  • Vino en efecto a Judas y se saludaron cariñosamente, pero los enemigos estaban dispuestos a prenderlo. (1 Macabeos 7, 29)

  • Judas supo que venían a él con engaño; se cuidó, pues, y se apartó de ellos, y ya no quiso verlos más. (1 Macabeos 7, 30)

  • Nicanor, al ver que sus planes habían sido descubiertos, salió en busca de Judas, pero para combatirlo, y lo encontró cerca de Cafarsalama. (1 Macabeos 7, 31)

  • Estando muy enojado, pronunció este juramento: «Puesto que ustedes no quieren entregar en mis manos a Judas y sus hombres, en cuanto los haya derrotado, volveré a quemar este Templo.» Y se marchó furioso. (1 Macabeos 7, 35)

  • Por su parte, Judas acampó en Adasa con tres mil hombres y rezó así: (1 Macabeos 7, 40)

  • Judas tuvo noticias de los romanos. Supo que eran valientes en la guerra y se mostraban de buena voluntad con todos los que se les unían; ofrecían su amistad a todos los que a ellos se dirigían (1 Macabeos 8, 1)

  • Judas, pues, envió a Roma a Eupolemo, hijo de Juan, y a Jasón, hijo de Eleazar, encargándoles la misión de concertar con los romanos una alianza de amistad. (1 Macabeos 8, 17)

  • «Judas Macabeo, sus hermanos y el pueblo de Israel nos han enviado ante ustedes para concertar una alianza de paz y para que seamos contados entre sus aliados y amigos.» (1 Macabeos 8, 20)

  • Judas tenía su campamento en Elasa con tres mil hombres escogidos. (1 Macabeos 9, 5)

  • Judas vio la dispersión de su ejército y se le quebrantó el ánimo. La batalla era inminente y no tenía tiempo para volverlos a juntar. (1 Macabeos 9, 7)

  • Pero Judas les contestó: «Líbreme Dios de huir ante ellos. Si ha llegado nuestra hora, moriremos como valientes por nuestros hermanos, sin haber manchado nuestra gloria.» (1 Macabeos 9, 10)

  • Judas vio que Báquides y sus mejores tropas se encontraban en la parte derecha. Los israelitas más decididos se juntaron a él, (1 Macabeos 9, 14)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina