Talált 396 Eredmények: Hermano

  • ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ''Hermano, deja que te saque la pelusa que tienes en el ojo'', si tú no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo para que veas con claridad, y entonces sacarás la pelusa del ojo de tu hermano. (Evangelio según San Lucas 6, 42)

  • Uno de entre la gente pidió a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que me dé mi parte de la herencia.» (Evangelio según San Lucas 12, 13)

  • El le respondió: «Tu hermano ha regresado a casa, y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo.» (Evangelio según San Lucas 15, 27)

  • Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.» (Evangelio según San Lucas 15, 32)

  • Cuídense ustedes mismos. Si tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. (Evangelio según San Lucas 17, 3)

  • «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si un hombre tiene esposa y muere sin dejar hijos, el hermano del difunto debe tomar a la viuda para darle un hijo, que tomará la sucesión del difunto. (Evangelio según San Lucas 20, 28)

  • Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que siguieron a Jesús por la palabra de Juan. (Evangelio según San Juan 1, 40)

  • Encontró primero a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías» (que significa el Cristo). (Evangelio según San Juan 1, 41)

  • Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: (Evangelio según San Juan 6, 8)

  • Esta María era la misma que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el enfermo. (Evangelio según San Juan 11, 2)

  • y muchos judíos habían ido a la casa de Marta y de María para consolarlas por la muerte de su hermano. (Evangelio según San Juan 11, 19)

  • Marta dijo a Jesús: «Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. (Evangelio según San Juan 11, 21)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina