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  • Ni subirás por gradas a mi altar, para que no se descubra allí tu desnudez. (Exodo 20, 26)

  • El trono tenía seis gradas: la parte superior, el respaldo redondo, brazos a ambos lados del asiento, dos leones apostados junto a los brazos (I Reyes 10, 19)

  • y doce leones a ambos lados de las gradas. Nunca se había hecho cosa semejante en reino alguno. (I Reyes 10, 20)

  • tenía seis gradas, un cordero de oro en el respaldo, brazos a ambos lados del asiento, dos leones apostados junto a los brazos (II Crónicas 9, 18)

  • y doce leones a ambos lados de las gradas. Nunca se había hecho cosa semejante en reino alguno. (II Crónicas 9, 19)

  • Fue después al pórtico que mira hacia oriente, subió sus gradas y midió el umbral del pórtico: una vara de profundidad. (Ezequiel 40, 6)

  • Sus ventanas, su vestíbulo y sus palmeras tenían las mismas medidas que las del pórtico cuya fachada miraba a oriente. Se subía al pórtico por siete gradas, y su vestíbulo estaba situado hacia el interior. (Ezequiel 40, 22)

  • Se subía a él por siete gradas, y su vestíbulo estaba situado hacia el interior. Sus pilastras por ambos lados estaban diseñadas de palmeras. (Ezequiel 40, 26)

  • Su vestíbulo daba al atrio exterior, sus pilastras tenían palmeras diseñadas y se subía a él por ocho gradas. (Ezequiel 40, 31)

  • Su vestíbulo daba al atrio exterior. Sobre las pilastras de ambos lados había diseños de palmeras y se subía a él por ocho gradas. (Ezequiel 40, 34)

  • Su vestíbulo daba al atrio exterior; sobre las pilastras de ambos lados había diseños de palmeras y se subía a él por ocho gradas. (Ezequiel 40, 37)

  • El vestíbulo tenía diez metros de longitud y seis de anchura. Se subía a él por diez gradas. Y junto a las pilastras había columnas, una a cada lado. (Ezequiel 40, 49)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina