pronađen 196 Rezultati za: Judas Macabeo

  • Al ver Filipo que Judas progresaba cada vez más y sus victorias eran cada día más frecuentes, escribió a Tolomeo, gobernador de Celesiria y Fenicia, para que prestara apoyo a la causa del rey. (II Macabeos 8, 8)

  • El anuncio de la expedición de Nicanor llegó a oídos de Judas. Cuando este comunicó a sus acompañantes que se acercaba al ejército enemigo, (II Macabeos 8, 12)

  • Cuando el Macabeo reunió a sus seguidores, unos seis mil en total, los exhortó a que no se dejaran acobardar por los enemigos ni se amedrentaran ante la inmensa multitud de gente que venía a atacarlos injustamente. Los animó asimismo a que lucharan con entusiasmo, (II Macabeos 8, 16)

  • Macabeo y sus partidarios, guiados por el Señor, recuperaron el Templo y la Ciudad, (II Macabeos 10, 1)

  • Los partidarios del Macabeo, después de celebrar una rogativa y de pedir a Dios que luchara en favor de ellos, se lanzaron contra las fortificaciones de los idumeos. (II Macabeos 10, 16)

  • El Macabeo dejó entonces a Simón y a José, junto con Zaqueo y muchos otros -en número suficiente para asediarlos- y él partió para otros lugares donde era más necesaria su presencia. (II Macabeos 10, 19)

  • Cuando el Macabeo se enteró de lo sucedido, reunió a los jefes del pueblo y acusó a aquellos hombres de haber vendido por dinero a sus hermanos, dejando en libertad a sus propios enemigos. (II Macabeos 10, 21)

  • Mientras él se aproximaba, el Macabeo y sus hombres cubrieron de polvo su cabeza y se ciñeron la cintura con cilicios, para suplicar a Dios. (II Macabeos 10, 25)

  • Esos hombres colocaron al Macabeo en medio de ellos y, cubriéndolo con sus armas, lo hicieron invulnerable, mientras arrojaban flechas y rayos contra los adversarios. Estos, enceguecidos por el resplandor, se dispersaron en el más completo desorden. (II Macabeos 10, 30)

  • Las tropas de Macabeo, enardecidas por la victoria, sitiaron la ciudadela durante cuatro días. (II Macabeos 10, 33)

  • Pero al amanecer del quinto día, veinte jóvenes de las tropas del Macabeo, enfurecidos por las blasfemias, saltaron virilmente sobre la muralla y, con ímpetu salvaje, mataban a todos los que se les ponían delante. (II Macabeos 10, 35)

  • Cuando los partidarios del Macabeo supieron que Lisias había sitiado la fortaleza, comenzaron a suplicar al Señor con gemidos y lágrimas, unidos a la multitud, pidiéndole que enviara un ángel protector para salvar a Israel. (II Macabeos 11, 6)


“Desapegue-se daquilo que não é de Deus e não leva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina