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  • Aarón echará suertes sobre los dos machos cabríos, uno para Yavé y otro para Azazel. (Levítico 16, 8)

  • Lo repartirán entre las familias, echando suertes. A los más numerosos darán una parte mayor de la herencia, y a los menos numerosos, una parte menor. Donde le caiga a cada uno la suerte, allí será su propiedad. Harán el reparto por tribus paternas. (Números 33, 54)

  • «Yavé te mandó que dieras la tierra en herencia por suertes a los hijos de Israel y recibiste orden de Yavé de dar la herencia de Selofjad, nuestro hermano, a sus hijas. (Números 36, 2)

  • Los exploradores estaban listos para salir cuando Josué les dijo: «Vayan y recorran la tierra y tomen nota de todo; luego vuelvan a mí a este lugar, y echaré suertes delante de Yavé en Silo.» (Josué 18, 8)

  • Esto es lo que hemos de hacer con la gente de Guibea. Echaremos suertes (Jueces 20, 9)

  • Los repartieron por suertes a unos y otros; porque había jefes sagrados y jefes divinos, tanto entre los hijos de Eleazar como entre los hijos de Itamar; (1 Crónicas 24, 5)

  • Semaías, hijo de Natanael, escriba, uno de los levitas, los inscribió en presencia del rey y de los jefes, y en presencia del sacerdote Sadoc, de Ajimelec, hijo de Abiatar, y de los jefes de familias sacerdotales y levíticas. Se sacaba a suertes: una vez para Itamar y dos veces para Eleazar. (1 Crónicas 24, 6)

  • Echaron a suertes el turno del servicio de todos, tanto del pequeño como del grande, del maestro como del discípulo. (1 Crónicas 25, 8)

  • Echaron suertes para cada puerta, sobre pequeños y grandes según sus casas paternas. (1 Crónicas 26, 13)

  • Para la puerta oriental la suerte cayó sobre Selemías. Después echaron suertes para la puerta del norte, la cual le tocó a su hijo Zacarías, que era un prudente consejero. (1 Crónicas 26, 14)

  • Entre sacerdotes, levitas y gente del pueblo hemos echado a suertes la ofrenda de leña que cada familia por turno debe traer cada año a la Casa de Yavé, para mantener el fuego en el altar de Yavé, nuestro Dios, según está escrito en la Ley. (Nehemías 10, 35)

  • Los jefes del pueblo se establecieron en Jerusalén. El resto del pueblo echó a suertes para que, de cada diez hombres, uno se quedara viviendo en Jerusalén, la Ciudad Santa, quedando los otros nueve en las otras ciudades. (Nehemías 11, 1)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina