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  • Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús, nuestro Señor, Padre lleno de ternura, Dios del que viene todo consuelo. (2º Carta a los Corintios 1, 3)

  • El nos conforta en toda prueba, para que también nosotros seamos capaces de confortar a los que están en cualquier dificultad, mediante el mismo consuelo que recibimos de Dios. (2º Carta a los Corintios 1, 4)

  • Hermanos, deseamos que conozcan algo de lo que nos tocó padecer en Asia. Realmente fue tan grande el peso de esa prueba que ya habíamos perdido toda esperanza de salir con vida. (2º Carta a los Corintios 1, 8)

  • Ahora es mejor que lo perdonen y le den ánimo, no sea que la pena sea más grande de lo que puede soportar. (2º Carta a los Corintios 2, 7)

  • Gracias sean dadas a Dios, que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo y que por nuestro ministerio difunde por todas partes su conocimiento cual fragancia de incienso. (2º Carta a los Corintios 2, 14)

  • Pero al final, sea que conservemos esta casa o la perdamos, lo que nos importa es agradar al Señor. (2º Carta a los Corintios 5, 9)

  • No queremos recomendarnos de nuevo ante ustedes, sino que deseamos darles motivo para que se sientan orgullosos de nosotros y para que sepan responder a los que están tan orgullosos de cosas superficiales pero no de lo interior. (2º Carta a los Corintios 5, 12)

  • Páguennos con la misma moneda. Les hablo como a hijos; sean más abiertos. (2º Carta a los Corintios 6, 13)

  • Pues procuramos que todo sea limpio, no sólo ante Dios, sino también ante los hombres. (2º Carta a los Corintios 8, 21)

  • no sea que, al llegar conmigo los de Macedonia, los encuentren desprevenidos. ¡Sería para mí una vergüenza, por no decir para ustedes! (2º Carta a los Corintios 9, 4)

  • Sean ricos en todo, y den con generosidad, y nosotros lo transformaremos en acciones de gracias a Dios. (2º Carta a los Corintios 9, 11)

  • Sí, ¡gracias sean dadas a Dios por su don, que nadie sabría expresar! (2º Carta a los Corintios 9, 15)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina