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  • David, al darse cuenta de la mortandad, suplicó a Yavé: «Señor, yo soy el que ha pecado. ¡Yo obré mal, Señor!, pero éstas, las ovejas, ¿qué han hecho? Caiga, Señor, tu mano sobre mí y mi familia; sobre nadie más.» (2 Samuel 24, 17)

  • Al despertar Salomón, se dio cuenta de que era un sueño. Volvió entonces a Jerusalén y se puso delante del Arca de la Alianza del Señor. Ofreció víctimas consumidas por el fuego y también sacrificios de comunión, dando un banquete a todos sus servidores. (1 Reyes 3, 15)

  • La otra mujer dijo: «Mi hijo es el vivo y el tuyo es el muerto.» Pero la primera replicó: «Mientes, el mío es el vivo». De manera que discutían en presencia del rey. (1 Reyes 3, 22)

  • Dijo el rey: «La primera dice: el mío es el que vive, el tuyo el muerto. Y la otra dice: no, el tuyo es el que ha muerto.» (1 Reyes 3, 23)

  • Sentenció el rey: «Para la primera el niño, y no lo maten, pues ella es su madre.» (1 Reyes 3, 27)

  • Yavé se enojó contra Salomón, porque se había apartado de él. Dos veces se le había aparecido,10 y le había dado órdenes al respecto: «No sigas a otros dioses.» Pero Salomón no lo tomó en cuenta. (1 Reyes 11, 9)

  • El rey, pues, llamó a los mensajeros de Ben-Hadad para decirles: «Digan a mi señor el rey que acepto darle lo que me pidió la primera vez, pero que no puedo consentir lo que ahora me pide.» Y los mensajeros se fueron con esta respuesta. (1 Reyes 20, 9)

  • Pero no se les pida cuenta de los gastos hechos, pues son gente honrada.» (2 Reyes 22, 7)

  • Aquel día David estableció por primera vez que Yavé sería alabado por medio de Asaf y sus hermanos en la forma siguiente: (1 Crónicas 16, 7)

  • Tocó la primera suerte a Yoyarib; la segunda a Jedaías; (1 Crónicas 24, 7)

  • La primera suerte recayó para Asaf sobre José; él y sus hijos y hermanos, doce. La segunda sobre Guedalías con sus hermanos e hijos, doce. (1 Crónicas 25, 9)

  • La vigésimo primera, sobre Hotir, sus hijos y hermanos, doce. (1 Crónicas 25, 27)


“Que Jesus reine sempre soberano no seu coração e o faça cada vez mais digno de seus divinos dons.” São Padre Pio de Pietrelcina