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  • El mismo será su paz. Cuando Asiria invada nuestra tierra y pise nuestro suelo, le opondremos siete pastores, ocho de nuestros jefes. (Miqueas 5, 4)

  • Pero mis palabras y mis órdenes que yo había dado a mis servidores, los profetas, se cumplieron en sus padres de tal manera que volvieron a mí y reconocieron: Yavé de los Ejércitos nos ha tratado como lo había resuelto, conforme a nuestra conducta y manera de proceder.» (Zacarías 1, 6)

  • Ahora sale triunfante nuestra salvación en la casa de David, su siervo, (Evangelio según San Lucas 1, 69)

  • justos y santos, todos los días de nuestra vida. (Evangelio según San Lucas 1, 75)

  • «¿Acaso nuestra ley permite condenar a un hombre sin escucharle antes y sin averiguar lo que ha hecho?» (Evangelio según San Juan 7, 51)

  • Si lo dejamos que siga así, todos van a creer en él, y luego intervendrán los romanos que destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.» (Evangelio según San Juan 11, 48)

  • Jesús le respondió: «Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. Entonces vendremos a él para poner nuestra morada en él. (Evangelio según San Juan 14, 23)

  • Cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa. (Hecho de los Apóstoles 2, 8)

  • Este rey, actuando con astucia contra nuestra raza, obligó a nuestros padres a que abandonaran a sus hijos recién nacidos para que no tuvieran más familia. (Hecho de los Apóstoles 7, 19)

  • Según nuestra fe, la gracia del Señor Jesús es la que nos salva, del mismo modo que a ellos.» (Hecho de los Apóstoles 15, 11)

  • Digámosles en nuestra carta tan sólo que se abstengan de lo que es impuro por haber sido ofrecido a los ídolos, de las relaciones sexuales prohibidas, de la carne de animales sin sangrar y de comer sangre. (Hecho de los Apóstoles 15, 20)

  • Y los presentaron a los magistrados diciendo: «Estos hombres son judíos y están alborotando nuestra ciudad; (Hecho de los Apóstoles 16, 20)


“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina