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Siquem dijo al padre y a los hermanos de Dina: «Les ruego que me perdonen. Yo les daré todo lo que ustedes me pidan. (Génesis 34, 11)
Impónganme un precio y regalos de valor, y yo les pagaré lo que quieran, pero denme a la muchacha por esposa.» (Génesis 34, 12)
Los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a su padre Hamor. Les hablaron con engaño, porque Siquem había deshonrado a Dina, su hermana, y les dijeron: (Génesis 34, 13)
Daremos nuestro consentimiento con una sola condición: que se hagan iguales a nosotros, y circuncidan a todos los varones que hay entre ustedes. (Génesis 34, 15)
Les dijeron: «Estos hombres son gente pacífica. Dejemos que se establezcan aquí y se muevan libremente por nuestra tierra. Nuestro país es extenso, y hay mucho lugar para ellos. Nosotros nos casaremos con sus hijas y les daremos las nuestras como esposas a ellos, (Génesis 34, 21)
Si aceptamos, sus rebaños, sus posesiones, sus animales y todo lo que tienen, será de nosotros. Hagamos, pues, lo que nos piden y que vivan entre nosotros.» (Génesis 34, 23)
Llamó Jacob a toda su familia y a los que estaban con él y les ordenó: «Arrojen lejos a los dioses extranjeros que tienen con ustedes. Purifíquense y cámbiense la ropa. (Génesis 35, 2)
Tomó después Esaú a sus esposas, a sus hijos e hijas, a todos los miembros de su familia, los rebaños, todos los animales y todos los bienes que había logrado en la tierra de Canaán, y se fue a la tierra de Seir, lejos de su hermano Jacob, (Génesis 36, 6)
Y los hijos de Sebeón: Aia y Aná. Este Aná es el que descubrió las aguas termales en el desierto, mientras andaba pastoreando los burros de su padre Sebeón. (Génesis 36, 24)
Esta es la historia de la familia de Jacob. A los diecisiete años, José se dedicaba a cuidar ovejas. Siendo todavía un adolescente, ayudaba a los hijos de Bilá y de Zelfa, mujeres de su padre y por lo tanto, informaba a su padre sobre la mala reputación que sus hermanos tenían. (Génesis 37, 2)
«Miren, les dijo, el sueño que he tenido. (Génesis 37, 6)
El hombre le contestó: «Se han ido de aquí, pues les oí decir: Vámonos a Dotán. » Y José salió en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. (Génesis 37, 17)