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inmolaban sus hijos a los ídolos y venían a profanar mi Templo. Eso hicieron en mi casa. (Ezequiel 23, 39)
Santificaré mi nombre que fue profanado en las naciones - y ustedes fueron los que lo hicieron despreciable. Las naciones sabrán que yo soy Yavé cuando, por medio de ustedes, aparezca ante sus ojos mi santidad. (Ezequiel 36, 23)
Ese territorio será para los sacerdotes consagrados, esos descendientes de Sadoc que aseguraron mi servicio y no siguieron a los israelitas en su desvarío como lo hicieron los levitas. (Ezequiel 48, 11)
El rey y sus nobles hicieron tanta bulla que la reina lo supo. Entró, pues, a la sala del banquete y dijo: «Viva el rey para siempre. Que tus pensamientos no te turben ni cambie tu semblante de color. (Daniel 5, 10)
Este invadirá las provincias más ricas y hará lo que no hicieron ni sus padres ni sus abuelos. Distribuirá entre sus amigos despojos, botín y riquezas y urdirá sus planes contra las fortalezas, pero sólo hasta cierto tiempo (Daniel 11, 24)
Israel fue para mí como uva silvestre encontrada en el desierto, y sus padres me parecieron como si fueran las primeras brevas; pero no bien habían llegado a Baal-Peor, se vendieron al ídolo y se hicieron tan aborrecibles como el ídolo que amaban. (Oseas 9, 10)
Como no le hicieron caso, mi Dios los echará de su presencia y andarán como vagabundos por la tierra. (Oseas 9, 17)
Vuelve, Israel, junto a Yavé, tu Dios, pues tus faltas te hicieron tropezar. (Oseas 14, 2)
Asiria no nos salvará, ni confiaremos más en los caballos, ni a la estatua que hicieron nuestras manos volveremos a decirle Dios nuestro;en ti sólo encuentra compasión el huérfano.» (Oseas 14, 4)
Pero ustedes hicieron tomar vino a los nazireos, y a los profetas les prohibieron predicar. (Amós 2, 12)
Aquellos hombres temieron a Yavé y con gran respeto le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos. (Jonás 1, 16)
No se porten como sus antepasados, a quienes los antiguos profetas les gritaban: «Déjense de andar por malos caminos y no sigan haciendo maldades.» Pero ellos no quisieron escucharlos, ni les hicieron caso. (Zacarías 1, 4)
