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  • que yo mismo, al recordar estos hechos, me horrorizo y me dan escalofríos. (Job 21, 6)

  • Ustedes siguen observando los convenios hechos con nosotros y se portan como amigos nuestros, y no se unen a nuestros enemigos. Lo sabemos y nos alegramos. (1 Macabeos 10, 26)

  • Apenas el pueblo conoció estos hechos, dijo: «¿Qué favor podríamos hacer a Simón y a sus hijos? (1 Macabeos 14, 25)

  • El resto de los hechos de Juan, sus batallas, sus hazañas, las murallas que construyó y otras obras suyas, (1 Macabeos 16, 23)

  • Pues comprobamos que estos libros contienen muchísimas cifras y sabemos que, a los que quieren estudiar la historia, se les hace difícil informarse de tantos hechos; (2 Macabeos 2, 24)

  • pero al que intenta adaptarla se le permite resumir y no presentar una narración completa de los hechos. (2 Macabeos 2, 31)

  • A propósito de estos hechos se hizo un proceso contra Menelao. (2 Macabeos 4, 43)

  • Si la narración ha sido buena y bien dispuesta, esto es lo que he deseado; mas si ha sido mediocre o imperfecta, es porque no podía hacerlo mejor. Pues sabemos que el placer de los lectores depende del arte con que se dispone el relato y se cuentan los hechos; (2 Macabeos 15, 38)

  • El que reflexiona en los hechos tendrá éxito; ¡feliz el que confía en Yavé! (Proverbios 16, 20)

  • Fue como si los diferentes elementos del mundo intercambiaran sus propiedades, igual como en la cítara la alternancia de los sonidos cambia el ritmo, conservando sin embargo cada nota su propia tonalidad. Y si se examinan los hechos, eso fue justamente lo que pasó. (Sabiduría 19, 18)

  • Algunos vientos fueron hechos para destruir; el Señor en su cólera los convierte en azotes. Llegado el momento de destruir, desencadenan su violencia y satisfacen la furia del que los hizo. (Sirácides (Eclesiástico) 39, 28)

  • Sí, Jerusalén se viene abajo, y se hunde Judá, a causa de sus palabras y hechos, pues a la vista de Yavé han desafiado su gloria. (Isaías 3, 8)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina