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  • La guerra que hizo Josué contra todos estos reyes duró largo tiempo; (Josué 11, 18)

  • Josué se apoderó de todo el país, como Yavé se lo había dicho a Moisés, y se lo entregó en herencia a los israelitas para que lo repartieran entre sus tribus. Con esto el país descansó de la guerra. (Josué 11, 23)

  • Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, declaró la guerra a Israel y mandó a buscar a Balaam, hijo de Beor, para que les maldijera, (Josué 24, 9)

  • Después pasaron el Jordán y llegaron a Jericó. Entonces combatieron contra ustedes los dueños de Jericó; los amorreos, fereceos, cananeos, heteos, guergueseos, heveos y jebuseos les declararon la guerra, pero yo se los entregué. (Josué 24, 11)

  • Entonces los de Judá dijeron a sus hermanos de la tribu de Simeón: «Ayúdennos a conquistar la parte del país que nos corresponde y, después, conquistaremos juntos la de ustedes.» Así que empezaron la guerra juntos. (Jueces 1, 3)

  • Los dejó subsistir para que las generaciones de los hijos de Israel que antes no habían conocido la guerra aprendieran a guerrear. (Jueces 3, 2)

  • El espíritu de Yavé estuvo sobre él y se puso al frente de Israel. Hizo la guerra y Yavé puso en sus manos a Cusan Risataím, rey de Aram, al que venció. (Jueces 3, 10)

  • Entonces los israelitas clamaron a Yavé, pues Yabín tenía novecientos carros de guerra y, desde hacía veinte años, mantenía oprimidos a los israelitas. (Jueces 4, 3)

  • Reunió todos sus carros, novecientos carros de guerra, y a toda su gente y, saliendo de Haroset, se dirigió al río Cisón. (Jueces 4, 13)

  • En Israel los guerreros dejaron sus cabellos sueltos, en Israel se presentaron voluntarios para la guerra. ¡Bendigan a Yavé! (Jueces 5, 2)

  • Iban tras dioses nuevos, y la guerra se les vino encima. ¡Apenas un escudo y una lanza para cuarenta mil hombres en Israel! (Jueces 5, 8)

  • Y llegó el momento en que los amonitas declararon la guerra a Israel. (Jueces 11, 4)


“O Senhor nos dá tantas graças e nós pensamos que tocamos o céu com um dedo. Não sabemos, no entanto, que para crescer precisamos de pão duro, das cruzes, das humilhações, das provações e das contradições.” São Padre Pio de Pietrelcina