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  • Así fueron registrados los hijos de Guersón que habían de servir en la Tienda de las Citas. Los alistaron Moisés y Aarón según la orden de Yavé. (Números 4, 41)

  • Fueron registrados por clanes: eran tres mil doscientos. (Números 4, 44)

  • El total del ganado para los sacrificios de comunión: veinticuatro novillos, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta corderos de un año. Estas fueron las ofrendas de la dedicación del altar una vez que fue consagrado. (Números 7, 88)

  • Los levitas fueron purificados y se pusieron ropa limpia, y Aarón los presentó ante Yavé como se presenta una ofrenda, y luego hizo la expiación por ellos para que fueran purificados. (Números 8, 21)

  • A ese lugar se le dio el nombre de Quibrot-ha-taava, porque allí fueron enterrados los que se habían lanzado como hambrientos sobre la comida. (Números 11, 34)

  • Diles: Tan cierto como que Yavé es vivo que les voy a tomar la palabra, y así como ustedes acaban de decirlo a mis oídos, sus cadáveres caerán en este desierto. Ustedes se lo han ido toda la vida murmurando contra mí: pues bien, todos los que fueron censados de los veinte años para arriba, (Números 14, 28)

  • Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefoné, fueron los únicos que sobrevivieron de todos los que habían ido a explorar el país. (Números 14, 38)

  • ¡Ay de ti, Moab! ¡Estás perdido, pueblo de Camón! Hizo huir a tus hijos y tus hijas fueron llevadas cautivas por Sijón, rey de los Amoritas. (Números 21, 29)

  • Estos Datán y Abirón fueron convocados por la comunidad y se rebelaron contra Moisés y Aarón con los partidarios de Coré, cuando éste se rebeló contra Yavé. (Números 26, 9)

  • Después, los hijos de Judá, por clanes, fueron: Selá y el clan selanita; Peres y el clan peresita; Zeraj y el clan zerajita. (Números 26, 20)

  • Hijos de Peres fueron: Jesrón y el clan jesronita; Jamul y el clan jamulita. (Números 26, 21)

  • Los hijos de Belá fueron Ard y Naamán: de Ard, el clan ardita; de Naamán, el clan naamanita. (Números 26, 40)


“Quando ofendemos a justiça de Deus, apelamos à Sua misericórdia. Mas se ofendemos a Sua misericórdia, a quem podemos apelar? Ofender o Pai que nos ama e insultar quem nos auxilia é um pecado pelo qual seremos severamente julgados.” São Padre Pio de Pietrelcina