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  • Todo el pueblo permanecía de pie por ambos lados del Arca, con sus jefes, secretarios y jueces. Al frente suyo estaban los sacerdotes y los levitas que portaban el Arca de Yavé; israelitas de raza y forasteros estaban juntos. La mitad del pueblo se extendía hacia el cerro Garizim y la otra mitad cerca del Ebal, según lo mandado por Moisés referente a la manera de bendecir a Israel. (Josué 8, 33)

  • La tierra que le correspondió por suerte a los hijos de José se extendía al oriente, desde el Jordán, frente a Jericó, por el desierto que desde Jericó sube al norte de Betel. (Josué 16, 1)

  • Después, la frontera se extendía de Betel a Luz, pasaba a lo largo del territorio de los arqueos por Atarot, (Josué 16, 2)

  • La frontera de los hijos de Efraím, según sus familias, la frontera de su herencia se extendía hacia el oriente, desde Atarot-Addar hasta Bet-Horón de Arriba; (Josué 16, 5)

  • Se extendía por el norte desde el Jordán; la frontera seguía por Jericó y subía a los cerros hacia el occidente, llegando al desierto de Betaven. (Josué 18, 12)

  • El territorio de estos amorreos se extendía desde la subida de Acrabim y desde Sela, hacia arriba. (Jueces 1, 36)

  • Jerubaal, es decir, Gedeón, se levantó temprano junto con toda la gente que estaba con él y acampó más arriba de Jarod. El campamento de los madianitas estaba más al norte y se extendía desde la loma de Moré hasta el llano. (Jueces 7, 1)

  • Esto aconteció en tiempos de Asuero, aquel rey cuyo imperio compuesto de ciento veintisiete provincias se extendía desde el río Indos hasta Etiopía. (Ester 1, 1)

  • Extendía sus sarmientos hasta el mar y sus brotes llegaban hasta el río. (Salmos 80, 12)

  • Entonces bajaba del altar y extendía sus manos sobre la asamblea de los hijos de Israel: bendecía con sus labios al Señor y pronunciaba con toda solemnidad su Nombre. (Sirácides (Eclesiástico) 50, 20)

  • La planta creció, llegó a ser una parra, baja de estatura pero fértil, que extendía sus ramas hacia el águila mientras sus raíces se hundían. La parra brotó y se convirtió en una vid grande, dio guías y sarmientos. (Ezequiel 17, 6)

  • Miré: vi cómo se cubrían de nervios, brotaba la carne y se extendía sobre ellos la piel. Pero no había en ellos espíritu. (Ezequiel 37, 8)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina