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Los hijos de tu pueblo dicen: "La manera de ver que tiene Yavé no es la correcta", pero, más bien la de ellos es la incorrecta. (Ezequiel 33, 17)
"Hijo de hombre, los que se quedaron entre las ruinas en tierra de Israel dicen esto: Abrahán era él solo y recibió el país en propiedad. Nosotros somos todavía muchos y el país nos pertenece." (Ezequiel 33, 24)
Sabes muy bien, hijo de hombre, que los hijos de tu pueblo hablan de ti a lo largo de los muros y en las puertas de las casas, se dicen unos a otros: "Vamos a escuchar lo que viene de Yavé". (Ezequiel 33, 30)
Esto dice Yavé: Dicen de ti que eres una tierra que come a sus habitantes y que deja a la nación sin hijos. (Ezequiel 36, 13)
Yavé me dijo entonces: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ahora dicen: "Nuestros huesos se han secado, nuestras esperanzas han muerto, hemos sido rechazados". (Ezequiel 37, 11)
Al escucharlo el rey se enojó, mandó llamar a sus sacerdotes y les dijo: «Si no me dicen quién es el que come por todo este dinero, morirán; pero si demuestran que el que lo come es Bel, morirá Daniel, por haber blasfemado contra Bel.» (Daniel 14, 8)
Y todavía siguen pecando, pues se han fabricado con su plata un ídolo de metal fundido, diseñado a su gusto. Esto no es más que obra de artesanos, pero ellos dicen: «Ofrezcanles sacrificios», y hombres como ellos besan a un ternero. (Oseas 13, 2)
Escuchen esta palabra, vacas de Basán, damas de los cerros de Samaria: Ustedes oprimen a los débiles, aplastan a los menesterosos, y luego dicen a sus maridos: «Sírvannos vino para tomar». (Amós 4, 1)
«No gastes tu saliva, dicen ellos, en anunciar todas estas cosas, pues nada malo nos pasará. (Miqueas 2, 6)
Ustedes son de los que dicen: «Levántense y caminen, pues aquí no se descansa.» Debido a sus pecados irán amarrados al cautiverio. (Miqueas 2, 10)
Sus gobernantes se dejan comprar para dar una sentencia; sus sacerdotes cobran por una decisión; sus profetas sólo vaticinan si se les paga. Y todos se sienten tan seguros de Yavé que dicen: Si el Señor está con nosotros, ¿qué desgracia nos puede pasar? (Miqueas 3, 11)
Sus compradores las matan sin ser castigados, y los que las venden dicen: «¡Gracias a Yavé, ahora soy rico!» Y sus pastores no se preocupan de ellas. ( (Zacarías 11, 5)