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  • Una de ellas se llamaba Lidia, y era de las que temen a Dios. Era vendedora de púrpura y natural de la ciudad de Tiatira. Mientras nos escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que aceptase las palabras de Pablo. (Hecho de los Apóstoles 16, 14)

  • Pero él nos contestó: «¿Por qué me destrozan el corazón con sus lágrimas? Yo estoy dispuesto no sólo a ser encarcelado, sino también a morir en Jerusalén por el Nombre del Señor Jesús.» (Hecho de los Apóstoles 21, 13)

  • El corazón de este pueblo se ha endurecido. Se han tapado los oídos y cerrado los ojos; tienen miedo de ver con sus ojos y de oír con sus oídos, pues entonces comprenderían y se convertirían, y yo los sanaría. (Hecho de los Apóstoles 28, 27)

  • Si tu corazón se endurece y te niegas a cambiar, te estás preparando para ti mismo un gran castigo para el día del juicio, cuando Dios se presente como justo Juez. (Carta a los Romanos 2, 5)

  • Ser judío es una realidad íntima, y la circuncisión debe ser la del corazón, obra espiritual y no cuestión de leyes escritas. No es algo que puedan valorar los hombres, sino sólo Dios. (Carta a los Romanos 2, 29)

  • Así, pues, demos gracias a Dios, porque antes tenían como dueño al pecado, pero han obedecido de todo corazón a esa doctrina a la cual se han entregado. (Carta a los Romanos 6, 17)

  • Así que Dios usa de misericordia con quien quiera y endurece el corazón de quien quiera. (Carta a los Romanos 9, 18)

  • Hermanos, deseo de todo corazón y pido a Dios que los judíos se salven. (Carta a los Romanos 10, 1)

  • Pero hay otra justicia que es fruto de la fe, y dice así: No digas en tu corazón: ¿quién subirá al cielo? (era una manera de decir que Cristo bajaría de allí). (Carta a los Romanos 10, 6)

  • Y luego se dice: Muy cerca de ti está la Palabra, ya está en tus labios y en tu corazón. Ahí tienen nuestro mensaje, y es la fe. (Carta a los Romanos 10, 8)

  • Porque te salvarás si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos. (Carta a los Romanos 10, 9)

  • La fe del corazón te procura la verdadera rectitud, y tu boca, que lo proclama, te consigue la salvación. (Carta a los Romanos 10, 10)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina