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Hay amigos que lo son para compartir tu mesa, pero que no lo serán cuando vayan mal tus negocios. (Sirácides (Eclesiástico) 6, 10)
Vayan, rápidos mensajeros, al país de gente alta y morena, cuyo pueblo ha sido siempre temible; a la nación vigorosa y conquistadora cuya tierra está surcada por ríos. (Isaías 18, 2)
Pero todos ustedes que encienden un fuego y que forman un círculo con antorchas, ¡vayan a las llamas de su hoguera y que sus antorchas los quemen! Ustedes se revolverán en sus tormentos y esto será la obra de mis manos. (Isaías 50, 11)
Vayan, pues, a las islas y miren, manden al país de Quedar y pregunten para saber dónde pasó algo igual que aquí. (Jeremías 2, 10)
Dejen de oprimir al extranjero, al huérfano y a la viuda. No manchen este lugar con sangre de gente asesinada. No vayan en pos de otros dioses, para desgracia de ustedes. (Jeremías 7, 6)
Es así como la ven ustedes, pero yo también he visto. Vayan, pues, al santuario de Silo, donde quise que descansara mi Nombre en tiempos pasados, y miren cómo lo traté por los crímenes de mi pueblo Israel. (Jeremías 7, 12)
¡Que vayan, entonces, las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén a clamar a los dioses a los que quemaban incienso! Estos dioses no les darán ningún socorro cuando les pase la desgracia. (Jeremías 11, 12)
¿Será acaso mi pueblo un buitre de plumaje feo, para que todos los demás se lancen contra él? ¡Ea, júntense ustedes, fieras salvajes, vayan a devorar! (Jeremías 12, 9)
Y me dijo Yavé: Aunque Moisés y Samuel vinieran en persona a rogar por este pueblo, mi corazón no se compadecería de él. ¡Echalos de mi presencia, que se vayan lejos! (Jeremías 15, 1)
Este es el mensaje de Yavé al resto de Judá: No vayan a Egipto. Fíjense bien que yo se lo he advertido hoy, claramente. (Jeremías 42, 19)
Azarías, hijo de Masías, y Joanán, hijo de Carea, y todos esos hombres, insolentes y porfiados, le contestaron a Jeremías: «No es cierto lo que cuentas. No es Yavé quien te ha encargado decirnos: «No se vayan a vivir a Egipto», (Jeremías 43, 2)
De repente ha caído Babilonia y se ha hecho pedazos; ¡lloren por ella! Vayan a buscar pomada para su mal, a lo mejor se cura. (Jeremías 51, 8)