pronađen 40 Rezultati za: Santidad

  • Le colocó también el turbante en la cabeza, y puso en su parte delantera la lámina de oro: ésta era la corona de santidad que Yavé había mandado a Moisés. (Levítico 8, 9)

  • Entonces Moisés dijo a Aarón: «Esto es lo que Yavé había declarado: Daré a conocer mi santidad a través de los que se allegan a mí, y a vista de todo el pueblo seré glorificado.» Aarón no agregó palabra. (Levítico 10, 3)

  • El que la coma cargará con su pecado por haber profanado la santidad de Yavé. Esta persona será borrada de entre los suyos. (Levítico 19, 8)

  • Esto pasó en las agua de Meriba; los Israelitas protestaron contra Yavé y él les manifestó su santidad. (Números 20, 13)

  • Recuerda que ustedes se rebelaron contra mis órdenes en el desierto de Zin, cuando la comunidad murmuró por el asunto del agua, y a ustedes les mandé que manifestaran mi santidad delante de ellos.» (Estas son las aguas de Meribá en Cadés en el desierto de Zin.) (Números 27, 14)

  • Lo juré una vez por mi santidad: ¡Yo no le mentiría a David! (Salmos 89, 36)

  • Nada hay más seguro que tus palabras, tu casa es el lugar de la santidad, oh Señor, día tras día y para siempre. (Salmos 93, 5)

  • Entonen al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas, la salvación provino de su diestra, de su brazo de santidad. (Salmos 98, 1)

  • En su tiempo, los judíos consiguieron arrojar a los paganos de la provincia, especialmente a los de la ciudad de David, Jerusalén, donde habían construido una fortaleza de la que salían para profanar los límites del templo, causando graves ofensas a su santidad. (1 Macabeos 14, 36)

  • En fin, Onías mostró que era del todo imposible defraudar a los que habían puesto su confianza en la santidad del Lugar y en la majestad inviolable de aquel Templo venerado en todo el mundo. (2 Macabeos 3, 12)

  • Su invencible santidad le sirve de escudo (Sabiduría 5, 19)

  • para que gobierne al mundo con santidad y justicia, y tome sus decisiones con recta conciencia: (Sabiduría 9, 3)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina