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  • Elías dijo a Eliseo: «Quédate aquí, te ruego, porque Yavé me envía al Jordán.» Pero él contestó: «Juro por Yavé y por tu vida que no te dejaré.» Y siguieron su camino. (2 Reyes 2, 6)

  • Cincuenta hermanos profetas de Jericó los acompañaron a cierta distancia. Mientras tanto, Elías y Eliseo se detenían a orillas del Jordán. (2 Reyes 2, 7)

  • Cuando lo pasaron, dijo Elías a Eliseo: «Voy a ser llevado lejos de ti. Pídeme antes lo que quieras que haga por ti.» Eliseo dijo: «Haz que tenga lo mejor de tu espíritu.» (2 Reyes 2, 9)

  • Eliseo lo vio alejarse y clamaba: «¡Padre, padre mío, carro de Israel y su caballería!»Luego Eliseo no lo vio más. Tomó sus vestidos y los desgarró. (2 Reyes 2, 12)

  • Golpeó las aguas con el manto, pero no se dividieron las aguas. Entonces exclamó: «¿Dónde esta Yavé, el Dios de Elías?» Y, como golpeara las aguas, se dividieron y pasó Eliseo. (2 Reyes 2, 14)

  • Del otro lado lo vieron los hermanos profetas de Jericó y dijeron: «El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo.» Le salieron al encuentro, se arrodillaron ante él (2 Reyes 2, 15)

  • Insistieron tanto, que Eliseo los dejó ir. Mandaron cincuenta hombres, que buscaron a Elías durante tres días, sin encontrarlo. (2 Reyes 2, 17)

  • Cuando volvieron a donde Eliseo, que se había quedado en Jericó, éste comentó: «¿No les dije que no fueran?» (2 Reyes 2, 18)

  • Los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: «La ubicación de esta ciudad es buena, como mi señor puede ver, pero las aguas son malas, y por eso el lugar es muy insalubre.» (2 Reyes 2, 19)

  • Se la trajeron. Eliseo fue al manantial de las aguas y arrojó en ellas la sal con estas palabras: «Así dice Yavé: Yo he sanado estas aguas; de aquí no saldrá más muerte o enfermedad.» (2 Reyes 2, 21)

  • Y las aguas quedaron sanas hasta el día de hoy, conforme a lo dicho por Eliseo. (2 Reyes 2, 22)

  • De allí Eliseo partió para el monte Carmelo, y regresó a Samaria. (2 Reyes 2, 25)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina