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  • Yavé extendió su mano sobre el mar para derribar a grandes potencias; él dio una orden referente a Canaán: Sus fortalezas serán destruidas. (Isaías 23, 11)

  • Pues, por orden de Yavé, Asur será maltratado a palos y castigado. (Isaías 30, 31)

  • Todo el mundo guardó silencio y nadie le respondió, pues ésa era la orden del rey: «No le respondan a nada.» (Isaías 36, 21)

  • En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a decirle de parte de Yavé: «Esto te dice Yavé: Pon en orden las cosas de tu familia, porque vas a morir y no sanarás.» (Isaías 38, 1)

  • Pongan la cara hacia arriba y miren: ¿Quién ha creado todos esos astros? El, él mismo, que hace salir en orden su ejército, y que llama a cada estrella por su nombre. Su fuerza es tan grande y su poder tan inmenso, que ninguna se hace la desentendida. (Isaías 40, 26)

  • Compré el cinturón, según la orden de Yavé, y me lo puse a la cintura. (Jeremías 13, 2)

  • Y fui a esconderlo, conforme a la orden de Yavé. (Jeremías 13, 4)

  • Esta es la suerte que, por orden de Yavé, correrá Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá. Nadie dirá sollozando por él: «¡Ay de mi hermano, ay de mi hermana!» Nadie dirá sollozando por él: «¡Ay, Señor! ¡Ay, su Majestad!» (Jeremías 22, 18)

  • Y les dirás: "Esta es la orden de Yavé de los Ejércitos, el Dios de Israel: Tomen, emborráchense, vomiten; caigan al suelo sin poder levantarse bajo la espada que dirigiré contra ustedes." (Jeremías 25, 27)

  • Si llegara a fallar este orden ante mí, dice Yavé, entonces la raza de Israel dejaría también de ser la nación que me sirve para siempre. (Jeremías 31, 36)

  • En efecto, de acuerdo a las palabras de Yavé, Hanamel, mi primo, vino a verme al patio de la guardia y me dijo: «Compra mi campo de Anatot, pues tú tienes el derecho de propiedad y el rescate te interesa; cómpralo.» Comprendí, entonces, que era una orden de Yavé; (Jeremías 32, 8)

  • Delante de ellos di esta orden a Baruc: (Jeremías 32, 13)


“Seria mais fácil a Terra existir sem o sol do que sem a santa Missa!” São Padre Pio de Pietrelcina