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  • Jeroboam era hijo de Nabat, efratita de Sereda. Su madre era una viuda llamada Cerva. Estaba al servicio de Salomón y también se levantó contra el rey. (1 Reyes 11, 26)

  • Las cosas fueron así: Salomón estaba edificando la muralla en el punto más débil de la ciudad de su padre David, con hombres reclutados en todo el país. Entre ellos estaba Jeroboam, hombre fuerte y valeroso. (1 Reyes 11, 27)

  • Un día que salió Jeroboam de Jerusalén, el profeta Ajías, de Silo, lo encontró en el camino. Este iba cubierto con un manto nuevo y estaban los dos solos en el campo. (1 Reyes 11, 29)

  • y dijo a Jeroboam: «Tómate diez pedazos porque así dice Yavé, Dios de Israel: Voy a dividir el reino de Salomón. (1 Reyes 11, 31)

  • Salomón trató de dar muerte a Jeroboam, pero éste se escapó y se fue a refugiar a Egipto junto a Sesac, rey de Egipto, y allí estuvo hasta la muerte de Salomón. (1 Reyes 11, 40)

  • Lo supo Jeroboam, hijo de Nabat, y volvió de Egipto, pues allí se había establecido luego de escapar de manos de Salomón. (1 Reyes 12, 2)

  • Al tercer día Jeroboam, con todo Israel, vino donde el rey, conforme a lo que les había dicho. (1 Reyes 12, 12)

  • El rey no escuchó a la gente de Israel. Así lo había dispuesto Yavé, comprobándose la palabra de Yavé que el profeta Ajías había dicho a Jeroboam. (1 Reyes 12, 15)

  • Cuando todo Israel supo que Jeroboam había regresado, lo mandaron llamar a la asamblea y lo hicieron rey sobre todo Israel. No hubo quien siguiera el partido de la familia de David, a excepción de la tribu de Judá. (1 Reyes 12, 20)

  • Jeroboam fortificó Siquem, en los cerros de Efraím, y vivió en ella. Después se fue a Penuel y también la fortificó. (1 Reyes 12, 25)

  • Jeroboam pensó: «El reino podría muy bien volver otra vez a los descendientes de David. (1 Reyes 12, 26)

  • Jeroboam construyó santuarios en las lomas y estableció como sacerdotes a hombres comunes que no eran de la tribu de Leví. (1 Reyes 12, 31)


“É sempre necessário ir para a frente, nunca para trás, na vida espiritual. O barco que pára em vez de ir adiante é empurrado para trás pelo vento.” São Padre Pio de Pietrelcina