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  • María, pues, tomó una libra de un perfume muy caro, hecho de nardo puro, le ungió los pies a Jesús y luego se los secó con sus cabellos, mientras la casa se llenaba del olor del perfume. (Evangelio según San Juan 12, 3)

  • Pilato todavía buscaba la manera de dejarlo en libertad. Pero los judíos gritaban: «Si lo dejas en libertad, no eres amigo del César; el que se proclama rey se rebela contra el César.» (Evangelio según San Juan 19, 12)

  • ¿Han pensado ustedes que podríamos ser acusados de rebelión por lo ocurrido hoy? No tendríamos excusa alguna para justificar este tumulto.» (Hecho de los Apóstoles 19, 40)

  • ¿No eres, entonces, el egipcio que últimamente se rebeló y llevó al desierto a cuatro mil terroristas?» (Hecho de los Apóstoles 21, 38)

  • Si quieren salvarse, ¿por qué no comen? Les aseguro que ninguno de ustedes perecerá, y ni siquiera uno de sus cabellos se perderá.» (Hecho de los Apóstoles 27, 34)

  • No había Ley todavía, pero el pecado ya estaba en el mundo. Mientras no había Ley, nadie podía ser tenido por rebelde, pero no obstante el pecado estaba en el mundo. (Carta a los Romanos 5, 13)

  • Pero añade, y se refiere a Israel: Todo el día extendí mis manos hacia un pueblo desobediente y rebelde. (Carta a los Romanos 10, 21)

  • Pues bien, ustedes, que no obedecían a Dios, fueron perdonados a través de la rebeldía de los judíos. (Carta a los Romanos 11, 30)

  • Ellos, a su vez, serán perdonados después de la actual rebeldía que les ha traído el perdón a ustedes. (Carta a los Romanos 11, 31)

  • Por lo tanto, el que se opone a la autoridad se rebela contra un decreto de Dios, y tendrá que responder por esa rebeldía. (Carta a los Romanos 13, 2)

  • mientras que la mujer se siente orgullosa de su cabellera. Precisamente usa el peinado a modo de velo. (1º Carta a los Corintios 11, 15)

  • Con ellos eguían la corriente de este mundo y al soberano que reina entre el cielo y la tierra, el espíritu que ahora está actuando en los corazones rebeldes. (Carta a los Efesios 2, 2)


“Seja modesto no olhar.” São Padre Pio de Pietrelcina