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  • ¿No tenemos derecho a que nos acompañe en nuestros viajes alguna mujer hermana, como hacen los demás apóstoles, y los hermanos del Señor, y el mismo Cefas? (1º Carta a los Corintios 9, 5)

  • En mí no falta lugar para acogerlos, pero en ustedes todo es estrecho. (2º Carta a los Corintios 6, 12)

  • No solamente porque ya lo tenía a mi lado, sino también porque ustedes le habían dado una excelente acogida. Me comentó que ustedes me echaban de menos, que lamentaban lo ocurrido y que estaban muy preocupados por mí, con lo cual me alegré mucho. (2º Carta a los Corintios 7, 7)

  • y que es además el que han designado las Iglesias para acompañarnos en esta obra bendita que organizamos para gloria del Señor, y también por convicción personal. (2º Carta a los Corintios 8, 19)

  • Por eso me pareció necesario rogar a nuestros hermanos que se me adelantaran y fueran a verlos para organizar esa largueza que se había acordado. Bien preparada, demostrará ser una largueza y no una limosna. (2º Carta a los Corintios 9, 5)

  • Llamé a Tito para que fuera a verlos y con él envié a otro hermano. Pues bien, ¿les sacó dinero Tito? ¿No hemos actuado ambos con el mismo espíritu y no hemos seguido la misma pauta? (2º Carta a los Corintios 12, 18)

  • Sólo debíamos acordarnos de los hermanos pobres de Jerusalén, lo cual he tenido cuidado en cumplir. (Carta a los Gálatas 2, 10)

  • Cuando Dios reparte los dones del Espíritu y obra milagros entre ustedes, ¿qué tiene que ver con la Ley? ¿No será más bien porque han acogido la fe? (Carta a los Gálatas 3, 5)

  • Aunque mis pruebas eran una prueba para ustedes, no me despreciaron ni me rechazaron, sino que me acogieron como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. (Carta a los Gálatas 4, 14)

  • Que la paz y la misericordia acompañen a los que viven según esta regla, que son el Israel de Dios. (Carta a los Gálatas 6, 16)

  • Es, además, el primer mandamiento que va acompañado de una promesa: (Carta a los Efesios 6, 2)

  • Carta de Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a los filipenses, a todos ustedes, con sus obispos y sus diáconos, que en Cristo Jesús son santos. (Carta a los Filipenses 1, 1)


“Pense na felicidade que está reservada para nós no Paraíso”. São Padre Pio de Pietrelcina